En la Encomienda y pueblos de la provincia de Ciudad Real comenzaba a cuestionarse, incluso se produjeron debates al respecto, adonde les conducía aquel socialismo rampante, pero todo quedó en nada; el grupo del PP carecía de la más mínima formación política, tampoco social y profesional, la mitad de ellos eran parados, con el respeto debido a esa trágica circunstancia, y con consideración hacia aquella pobre lideresa del partido cuya profesión de toda la vida era limpiadora de escaleras y portales, los dos ex comunistas y una mujer disoluta, que terminaría siendo la única aceptada, si bien de forma temporal, por los nuevos rectores del propio partido, ya advertimos de la circunstancia, conocida de todos, conducente al poder, que no era otra que el devaneo, ya que la socorrida zalamería cotizaba a la baja, entre estos machos alfa del PP.
La primera reunión tuvo lugar en el hotel Minzah de Tánger, a ella acudieron el concejal del PP enamoriscado de la sonrisa vertical y un abogado de La Encomienda vinculado a los medios de comunicación de la iglesia local; la crisis se adueñaba del país, a pesar de que el gobierno de Madrid negaba la mayor para mantenerse en el poder. Estos dos se presentaron en Algeciras a bordo del automóvil BMW, de la línea 5, recién adquirido por el leguleyo, allí recogieron a un colombiano que habían conocido en La Solana, pueblo rural situado a treinta kilómetros de La Encomienda, y cruzaron el Estrecho después de esconder el automóvil en las entrañas de uno de aquellos aparcamientos subterráneos que utilizaban ceutíes y otros españoles que tenían miedo de llegar con sus coches al otro lado de Gibraltar. Muchos recordaban a aquel famoso cantante español, a quien le fue robada su flamante motocicleta alemana en la misma frontera de Tánger, mientras tomaba una taza de tea verde en compañía de su esposa, también muy famosa como cantante. El jefe del resguardo marroquí compadeció a la pareja, acompañada del cónsul, y les dijo que no había sido muy prudente de su parte presentarse con esa máquina y les instaba a dar gracias al Dios de los cristianos de que el robo se había producido junto a la policía; en el interior del país, los ladrones se hubieran servido de la violencia, en el mejor de los casos, o en el secuestro de la pareja por grupos salafistas. España y Marruecos, vecinos y condenados a entenderse, no terminaban de conseguirlo, a pesar de las declaraciones, más que rimbombantes del propio ZP, a quien no agradó mucho su viaje a Marruecos en 2004, pero que vendió a los españoles como un éxito diplomático rotundo; aún estaban calientes los dos centenares de cadáveres que terroristas procedentes de aquel país del gran hermano, como le gustaba a don Juan Carlos definir al rey de Marruecos, que prefería aliarse con los gabachos antes que con españoles; habían depositado entre raíles del ferrocarril de cercanías de Madrid.
Aquel trío de ases procedentes de la Mancha ya habían dado el paso fatal, aquel que conduce a prisión, más pronto que tarde, a quienes negocian con estupefacientes, máxime cuando lo hacen en el atolondramiento que provoca en estos nuevos narcos el ver peligrar su estatus, su modus vivendi, de clase acomodada, en claro peligro debido a la crisis que venía ya por aguas del Atlántico, donde naufragaría Lehman Brothers al año siguiente, debido a la sobrecarga de hipotecas subprime (basura), en 2007, año de la negación absoluta de la crisis por el bueno de Zapatero. En el Minzah tenían reservadas habitaciones que daban a la piscina, individuales, los proveedores querían tenerlos al alcance de la mano de uno en uno, buscaban intimidad de imprevisto en determinados momentos de la negociación, a fin de conocer más de cerca sus personalidades; al colombiano le conocían de hacía tiempo, le consideraban un tipo efectivo. El concejal del PP no les había causado muy buena impresión, atento como estaba a camareras y fulanas que desfilaban por aquel amplio hall, ya que el Minzah seguía siendo número uno en la ciudad de Tánger, antiguo Protectorado español, y actualmente centro neurálgico de espías y narcotraficantes. El abogado resultaba pieza importante para ellos, de hecho entre sus clientes se encontraban camellos, si bien de poca monta, al decir de sus contactos en España. La operativa sería muy similar a la del tráfico de personas, eufemismo para referirse al tráfico de inmigrantes - que había afectado de lleno a “Zagala” - en la encrucijada de caminos a la que querían acceder. Esa primera noche invitaron a los dos castellanos a una fiesta que tendría lugar en la fabulosa discoteca del hotel, en homenaje a varios príncipes saudíes, cuyo sancta sanctórum en materia de libaciones prohibidas por su fe y otros placeres carnales era el reino alauita; preferían Tánger al ser bastante segura y encontrarse, tanto Fez como Marrakech, inundadas de turistas europeos. El colombiano excusó su asistencia alegando que tenía algún otro compromiso en la ciudad.
En La Encomienda los socialistas habían conseguido frecuencias de emisión para televisión y radio y bombardeaban a la población con información manipulada, repetida con machaconería digna de tenerse en cuenta, aquello era un libelo continuado y gigantesco, y se falseaba la verdad de forma descarada; proyectos de industrialización, estaciones inter modales, y grandes proyectos urbanísticos que nunca se llevarían a efecto. El coste de la instalación TV resultaría ruinoso para las arcas municipales; para los gobernantes socialistas era un inversión, además de utilizar como complemento de desinformación la TV andaluza que les daba soporte, cadena que hablaba el mismo idioma, dos caras de una misma moneda; la a-cultura, la desinformación de diseño, dirigida a las personas de cierta edad, que constituían la mayoría de habitantes de la comarca; villas geriátricas, casi necrológicas que diría el poeta, verdaderos camposantos en los que se llegaba a tener a gala el ser ignorante, condición que justificaban echando mano de una falacia, el no haber podido estudiar por culpa de Franco, siendo así que el Caudillo había levantado escuelas en pueblos de cien habitantes y becado alumnos procedentes de inclusas, ítem más, llegó a concertar con los colegios de monjas y frailes cuotas de internos procedentes del mundo rural.
Fueron los socialistas quienes consintieron en lo que ellos mismos, en un alarde de cinismo ramplón, definieron como ‘fracaso escolar’; a fin de cuentas el socialismo no prosperaba en libertad, más bien progresaba en la incultura, o en la ignorancia sostenida. Al sistema educativo del régimen de Franco, cuestionable en multitud de facetas, no en la que respecta a la igualdad de oportunidades, debidamente cogida por los pelos, claro está; le vino a sustituir el caos en materia de educación, y en estas comarcas, mejor, en esta zona de España habitada por doce millones de habitantes, el socialismo estaba a punto de cumplir tres décadas de poder político y social omnímodo; muchos pensaron que algo de responsabilidad le sería atribuible. Supera el espíritu de esta narración la expresión de profusión de datos, que, al final, a nada conducen; baste señalar que el fracaso escolar alcanzaba altas cotas del 35% del alumnado en edad de aprender; de sus mayores no hacemos mención, ya dijimos que un 25% de quienes han superado la treintena no tienen el graduado escolar, y en cuanto al graduado ESO, la cifra se dispara al 35% en esa franja de edad, a pesar de que, como también se dijo, los municipios regidos por socialistas regalaban el ‘Graduado de la ESO’, que así se decía, entre 1995 y 2005, utilizando fondos estatales y europeos, parte de los cuales pasaban directamente a sus manos y eran repartidos entre las empresas contratadas y los ediles correspondientes de cultura o de servicios sociales. El regalo no era aprovechado por la mayoría de jóvenes que se ausentaban.
Todos esos jóvenes, que serían regurgitados, dos años después, de aquellos empleos creados por la burbuja de la construcción quedarían excluidos del mercado laboral por ausencia de formación; a duras penas sabían leer y escribir, algunos se comunicaban por voces guturales, casi por fonemas aislados, o utilizando jergas inteligibles entre ellos mismos. En el año 2006 se mantenía el consumo, y la educación no era algo que preocupara a los gobernantes renacidos en el vientre de las mochilas del “11M”, máxime al descubrir la bruticia que contenían aquellas alfombras, incluso papeleras, que no dio tiempo a esconder a los del Partido Popular, quienes no contemplaban aquel escenario de cambio de gobierno, debido al brutal atentado de Atocha.
En la Encomienda los del PP habían iniciado una maniobra de acoso y derribo al alcalde que no prosperó por falta de medios de comunicación afines; de hecho el único medio favorable al PP percibía subvenciones cuantiosas de la Junta de Comunidades socialista, a cambio de limitarse a dar pellizcos de monja a los ediles de su partido, algo que desconocían aquellos del PP, y se confiaron. Enterados por un funcionario afín a una concejal popular de que el primer edil mantenía encuentros sexuales en su despacho con mujeres que a cambio se beneficiaban de empleos jugosos, con arreglo a la ya conocida secuencia de contratar a la persona a dedo o someterla a pruebas trucadas, para, posteriormente, dejar transcurrir dos años sin proceder al fin de obra o a la baja regulada por ley de la contratada, que, de manera voluntaria, accedía al intercambio carnal que se denominó empleo por sexo. La operación se realizó de acuerdo con la policía municipal, que mantenía un grave contencioso con el alcalde, dictador donde los haya, como era bien conocido, un hombre para el Guinness, al tratarse del primer regidor que se enfrentó a todo el cuerpo policial de la población bajo su mando.
Las dependencias de la alcaldía se comunicaban con salones de plenario y sala de juntas a través de una intrincada red de pasillos que unían edificios anexos; la agraciada, normalmente joven y de medianía o incluso de buen ver, se conocía aquellos pasadizos que daban acceso al despacho del principal, por cuyas manos pasaban todas las contrataciones. En algunos casos no solo pasaban manos, a veces se colaba el miembro, de rondón. El caso que nos ocupa resultó más execrable si cabe, al tratarse de una mujer casada que era madre de un pequeño.
Esa noche había pleno municipal, él le había dicho que lo liquidaría con prontitud, recordemos que se trataba de un hombre impostado, ella había llegado a la hora prevista y se encontraba en el despacho; era la segunda vez que acudía a la cita con aquel hombre que le había sacado de la ruina al contratarle, ya que su marido estaba en el paro desde hacía seis meses, la constructora para la que trabajaba había presentado suspensión de pagos, el concurso de acreedores, del que tanto se hablaría en los años venideros. Empezaba a sentir frío y cierta inquietud, aunque a su esposo le había dicho que le habían llamado los de ‘Seur’ para que les documentara una carga de urgencia, sin hora de acabar, le habían prometido cien euros, que no eran de rechazar. Era medianoche cuando llegó aquel hombre, ávido de la joven, que tardó poco en quitarse chaqueta y corbata, que dejó sobre uno de los sofás, aunque la corbata llegó al suelo, sin que se molestara en recogerla; encendió un pitillo al tiempo que la besaba en boca y cuello, rodeándola de una nube de humo, que agradeció ella porque encubría el olor agrio del sudor del hombre. Ella le preguntó por como había ido el pleno, a lo que el alcalde respondió con displicencia, asegurando que sin novedad, como venía siendo habitual.
Comenzó a desvestirla empezando por la chaqueta de lana marrón que resguardaba del frío a la mujer, ella experimento un escalofrío, que el tipo confundió con una muestra de deseo por parte de la hembra. Ella abrió su bolso y extrajo una sábana; no olvidaba el asco que le había producido aquella primera vez, al penetrarla sobre aquella alfombra raída, llena de ácaros y de polvo apelmazado, él sonrió ante el detalle. Siguió en el intento de desvestirla, cuando sonó el móvil que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, respondió a la llamada con cierta prevención al no reconocer el número; se trataba de un concejal que, después de excusarse por utilizar otro teléfono, le transmitió una información, sobre el pleno celebrado, que podía esperar al otro día y así se lo hizo saber con tono desabrido. La noche pasaba a madrugada y él solo pensaba en aquella maravillosa mujer, ajeno a la operación policial puesta en marcha al atardecer, justo al inicio de aquel largo pleno.
Dos agentes de la policía municipal estaban de apostadero desde las diez de la noche, y en contacto con el jefe de turno, y seguían sin pasar novedad desde la finalización del pleno. No perdían de vista la puerta de acceso al Ayuntamiento. Arriba, el alcalde trataba de alargar aquel encuentro, tan deseado a lo largo de las últimas semanas; la joven trataba de apremiarle pero él encendía cigarrillo tras cigarrillo, convirtiendo la atmósfera en irrespirable, ella no sentía ningún deseo y fue capaz de rechazar la invitación a besarle el miembro, erecto hacía rato y con el glande ligeramente amoratado por irrigación de sangre, de pie el individuo aquel y ella sentada en el cerrado sofá, con la espalda erguida, el rechazo lo hizo patente poniéndose de pie, a su misma altura. El final llegó sobre la sábana, entre bufidos y gemidos del depravado regidor, que había aceptado al fin el uso de preservativo, ante el ruego de aquella mujer joven.
Arreglada e inquieta se despidió a la brava, alegando que su marido la esperaría despierto. Nada más empujar la pesada puerta del edificio se dio de bruces con dos policías; el más veterano le pidió que se identificara, ella no era capaz de encontrar la cartera entre los pliegues de aquella asquerosa sábana, y el policía giró de lado la cabeza, mientras el más joven pedía presencia del jefe de turno. Éste llegó en el preciso momento en que el alcalde, desarreglado, se enfrentaba a los agentes en tono amenazante. El oficial apartó al agente y se dirigió serio al alcalde: - ¿Novedad, señor alcalde? – preguntó el oficial – mirándole a los ojos. – No tengo que responder, - colóquese en posición saludo – le espetó el alcalde socialista a bocajarro.
La joven hipaba conteniendo el llanto, llena de vergüenza y totalmente humillada