lunes, 9 de diciembre de 2019

Disparos en Detroit colapso de la capital mundial del automóvil 1/3

MLFA - CMM 
Oficial Navegación C/S ‘Fortuna’, pabellón británico 
Cuaderno de Bitácora

Versión modernizada años 90 del "Fortuna ML", hundido al sur de Terranova el 13 septiembre 1973.

El buque porta contenedores ‘Fortuna’ era propiedad de la naviera británica ‘Manchester Line’ y enarbolaba pabellón del Reino Unido – la Union Jack – dos oficiales vascos pudimos embarcar, con un contrato de nueve meses, durante su escala en el puerto de Bilbao, debido a que los sindicatos ingleses no disponían de pilotos y capitanes; también embarcó un africano con nacionalidad británica que, solo nueve meses después, contribuiría al naufragio del ‘Fortuna’, un incompetente nigeriano producto de la discriminación positiva racial de los ‘laboristas’ que gobernaban el Reino Unido. Hablaremos del ‘pavo’ este más adelante. Al negro lo pusieron de primero, como oficial de carga, por su doble nacionalidad; a mí me encargaron de la navegación, y a José Antonio, ‘baleado’, meses después, en un callejón de Detroit y herido de muerte, le encargaron la gestión administrativa y las ‘guardias de perro’ de la noche (en la marina británica duraban seis horas: de 00.00 a 06:00. El 3 de abril de 1973 salíamos para los Grandes Lagos de Canadá cargados con 900 contenedores (TEU) que contenían carga general procedente de Liverpool y Manchester con destino Québec (Québec). Los actuales porta contenedores (de 4ª generación, nosotros éramos la 1ª) cargan 19.000 TEUs y llegan a tener esloras de 400 metros, hablaremos de ellos en otro artículo, son los colaboradores necesarios de la ‘globalización’ que está ‘destruyendo’ el comercio mundial (aunque se nos quiera vender lo contrario). 

El capitán Bunker de 72 años, calzaba suspensorio genital y dormía ‘sedado’ 12 horas 

El viaje Bilbao-Québec duró 13 días (normalmente se emplean 10) debido a la familia de borrascas (una tras otra) que recalaban en nuestra proa y aquello resultó ser un infierno; los contenedores iban bien trincados a dos/tres alturas sobre cubierta (actualmente superan las 14/16 alturas de cubertada), eso ayudó a mantener la estabilidad; por momentos los balances resultaban espectaculares y tuve la sensación de que podríamos zozobrar, las ‘tumbas’ a ambos costados nos ponían la ola rota junto a la oreja; el jefe de máquinas, un tipo duro de Gales, sabía lo que hacía y mantenía la velocidad adecuada que nos permitía capear los trenes de olas, de color verde coral, parecidas a grandes serpientes que quisieran abrazarnos. 

The Union Jack Flag

El ‘viejo’ dormía plácidamente, sumergido en vapores etílicos, y el negro se había encerrado en su camarote, ya había alcanzado el modo pánico; yo me alimentaba a base de arroz hervido con huevos fritos, José Antonio y los maquinistas con pan y aceite, y algunos huevos duros; el resto de la tripulación compartían cocina y comedor y se alimentaban de forma bastante adecuada, llegaron a asar carne y bebían como cosacos, a pesar de lo cual no desatendieron el puente ni la sala de máquinas, la mayoría eran irlandeses del Norte, embarcados para huir de la situación por la que atravesaba el ULSTER y poder enviar algún dinero a sus familias; la mayoría de sus condados pertenecían a Inglaterra; eran tipos duros pero afables y muy responsables en su tarea, a pesar de las condiciones adversas que sufrimos durante varios días, más de la mitad del viaje, buscando rutas más al Sur tratando de evitar lo más duro del temporal, que no bajaba de fuerza 10, ésta mantenida, la ‘several gale’ de los ingleses, algo inusual en abril en el Atlántico Norte (‘La Tormenta Perfecta’ para los lectores cinéfilos). A bordo éramos 37 tripulantes de varias nacionalidades. 

De noche, en el puente, capeando desesperados el temporal me contaban historias del IRA y hasta me permitieron tomar breves apuntes de todo lo que decían; uno de ellos ‘desertó’ en Chicago en julio, supuse que pertenecía a la organización y tenía contactos en la ciudad, era un buen tipo y excelente timonel de combate (el barco lo gobernamos a mano durante cuatro largos días, él era el mejor y resultaba incansable). 

El séptimo día (bíblicamente) pudimos hacer ‘nortes’ y acoplarnos a la derrota fijada 

Chateau Frontenac en Québec; hotel, restaurantes y discotecas de lujo, lugar de ocio lujoso y clásico.

El 17 de abril atracábamos en Québec, bajo la imponente mole del Château de Frontenac, después de navegar plácidamente por la cuenca del San Lorenzo (la ‘seaway’), lugar idílico donde los haya. En puerto procedimos al acondicionamiento del barco para nuestra estancia en los Grandes Lagos, que se prolongaría hasta el 15 de diciembre, fecha de cierre a la navegación de los Lagos; técnicos y operarios del puerto subieron a bordo, sellaron todas las tuberías de cocinas y sanitarios para impedir su uso y expulsión de aceites y fecales, y nos instalaron retretes químicos y grandes tanques de recogida en circuito cerrado. Entonces no se hablaba del cambio climático pero Canadá y EEUU protegían sus aguas interiores: los Grandes Lagos de Canadá y USA

Preparamos dos camarotes, con todos los servicios, y un pequeño comedor privado para tres personas – un piloto de lago y dos timoneles – que se irían turnando con otros colegas conforme navegáramos por aguas canadienses o americanas. El capitán no perdía el mando, pero las órdenes de maniobra las daba el práctico de lago y el timón también estaba en sus manos (nunca mejor dicho). Normalmente comían con nosotros y cenaban en sus aposentos, su profesionalidad estuvo fuera de toda duda hasta que un fatídico 13 de diciembre de ese mismo año, saliendo por el San Lorenzo a ‘correcuita’ unas rocas, ocultas en el fondo del gran río, rasgaron el doble fondo del casco del ‘Fortuna ML’, se hicieron los locos y provocaron nuestro naufragio a escasas 300 millas náuticas del pecio del ‘Titanic’, pero eso se lo contaremos dentro de unos días. Perdimos un joven cocinero italiano, cuyo rostro permanece en mi memoria histórica 46 años después. Aquel cabrón canadiense, el último práctico de la campaña, sólo quería que saliéramos a alta mar y abandonáramos el San Lorenzo antes del 15 de diciembre, fecha de cierre de los Lagos a la navegación.

“Manchester Fortuna” naufragó el 13 de diciembre de 1973 a las 18:30 horas 


Nos habíamos convertido en un buque ‘feeder’ o buque de ‘reparto’; grandes porta contenedores de 6.000 TEUs transportaban los cajones desde Reino Unido, Holanda y Alemania, hasta Québec y/o Montreal; nosotros los ‘repartíamos’ por los puertos canadienses de Québec, Montreal, Kingston y Hamilton y los americanos de Detroit, Cleveland, Chicago y Burns; en los lagos: Ontario, Erie, Superior y Michigan. El ‘Fortuna ML’ era un buque apropiado para las esclusas, precisamente por su tamaño. Esclusas que nos permitían superar el desnivel existente entre aquellos gigantescos volúmenes de agua de los Grandes Lagos (el 20% del agua dulce del planeta tierra y el 80% del agua dulce de EEUU). 


El reparto se iniciaba en Québec y finalizaba en Chicago, allí comenzaba de nuevo la carga de contenedores y el transporte ‘en carreta’ hasta Québec; en principio aquello era un proyecto de transporte cómodo y muy efectivo, al conocer todos los puertos en ruta y sus sistemas de operación; luego llegaron las complicaciones; a bordo con el oficial africano que, efectivamente, resultó ser un incompetente; y en tierra, donde mi compañero de Santurce y el contramaestre de Villagarcía de Arosa fueron tiroteados por dos asesinos negros; los conflictos raciales pusieron al rojo vivo las ciudades de Detroit y Cleveland

Buque de pasajeros entrando en una esclusa del lago Ontario, ayudado por remolcadores.

Aquello había que vivirlo; se cargaron todo el sistema de producción de automóviles de las principales fábricas USA; es la historia jamás contada, lo hicieron una década después del desastre, tras la hégira de las familias de clase media USA a otros estados de la Unión. Nuestros compañeros viven para contarlo, con secuelas, como es obvio. Estuvieron dos semanas entre la vida y la muerte, lo contaremos con todo detalle más adelante; yo permanecí con ellos mucho tiempo por órdenes recibidas del propio armador “Manchester Line”

Los conflictos raciales llevaron a la quiebra de Detroit en los años ‘90’ 

PS – En 2014 el juez de Instrucción de Manzanares dispuso el sobreseimiento y archivo de la demanda que me había interpuesto una persona ‘apartada’ de la revista “Siembra”, bajo mi dirección de la misma; recurrieron el ‘archivo’ a la Audiencia Provincial de Ciudad Real. 

En su ‘recurso’ (que ya fue remitido a los lectores a través de los grupos de correo de Azuer Diario) solicitaron – en clave esperpéntica – mi ingreso en prisión provisional; la retirada de licencia de armas de fuego; y también pedían que se me retirara el pasaporte, cito literalmente: “Por su profesión de capitán de la Marina Mercante tenía conocidos y/o amigos en diferentes países que podrían prestarle ayuda”, como es obvio, la Audiencia lo rechazó todo; si bien es cierto, como saben ustedes, que se cargó el ‘archivo’ del juez de Manzanares. Estaba claro que ya estaba en marcha la operación ¡Cerrar “Azuer Digital” como sea! según declaró uno de los abogados de los querellantes. Los lectores conocen que no lo consiguieron; "AD" lo enviamos a una nube de Google 7 meses después del colapso del PP en las elecciones municipales de 2015 y actualmente se está editando en formato rústica una recopilación de los 4.500 artículos que se publicaron entre 2013 y 2015.

En 2021, finalizado el procedimiento judicial; con ejemplares a la Junta CLM para bibliotecas

Penal del Hacho en Ceuta; vista áerea de la ciudad y del puerto cubiertos por la bruma del Estrecho.

¿Se imaginan el recurso de esta persona si hubiera sabido que conocí miembros de ETA en su condición de marineros de la ‘Naviera Sokoa’ (de Ramón Sota) y miembros del IRA y/o simpatizantes del mismo a bordo del ‘Fortuna ML’? ¡Virgen María! Habría solicitado que me trasladaran al penal del Hacho en Ceuta. Mi pasaporte está vigente y en regla y lo utilizo en mis viajes a Marruecos y Túnez; nada me ha sido arrebatado ni lo será. 

Una condena injusta no hace mella en mi dignidad ¡faltaría más! 

Sí hace mella en quienes han sido puestos en evidencia; en quienes han utilizado testigos falsos; en quienes han visto a su obispo prejubilado acompañado de un abogado de la Curia, modelo Código Da Vinci, en un estrado penal en condición de testigo de cargo. Sí hace mella en quienes no obtienen ningún beneficio de este desastre judicial y, encima, se ven obligados a hacerse cargo de la factura de la 'fiesta' que soñaron celebrar. Pues nada, a seguir dandole al 'Tranquimazín 10' como expusieron ante su señoría sus 'psicólogos' de pago (que aún no han cobrado).

No habrá más demandas; los ‘instigadores’ ya están ante los tribunales de CR