martes, 3 de diciembre de 2019

La matanza de 2.000 belgas en el puerto de Matadi, en el río Congo

MLFA – CMM 
Cuaderno de Bitácora 

Buque correo mixto "Leopoldville" de la compañía CMB del rey de los belgas Leopoldo; un genocida.

En junio de 1969 embarqué como oficial de navegación a bordo del carguero ‘Alberta’ en el puerto de Marsella; era un viejo mercante construido en Canadá para transportar madera entre puertos USA y canadienses del Pacífico Norte, de casco reforzado para navegar entre hielos y grandes temporales y máquina poderosa que le permitía navegar a 15 nudos (en 1969), veinte años después de su botadura. Cuando subí a bordo, por aquella vieja y herrumbrosa escala real, el ‘Alberta’ había descargado en Valencia, Marsella, Génova, Livorno y Chivitavechia (Roma), 12.000 toneladas de cobre en lingotes (de 116 kilos) en el plan (suelo) de las cinco grandes bodegas y trozas (troncos) de caoba, palo rosa y okumé, en entrepuentes (pisos) de bodegas y en cubierta; los de cubierta eran trincados (sujetos) con gruesas cadenas y cables de babor a estribor. Enarbolaba pabellón de Liberia, considerado como ‘pabellón de conveniencia’, para no tener que pagar impuestos, salvo unas tasas simbólicas, que pasaban directamente al bolsillo del cónsul de Liberia correspondiente, normalmente un africano de talla XXXL y cara de pocos amigos, consecuencia de una ‘descolonización’ mal llevada a cabo desde los años ‘50’ del siglo pasado. Huelga decir que cada cargamento (el viaje redondo era de 5 meses) suponía una riqueza monumental para cargadores, fletadores y armadores y receptores europeos de estas materias primas de sus ‘ex colonias’. La compañía armadora era la francesa ‘Fabre Line’; la tripulación española (48) y africana (25) (éstos en régimen de semiesclavitud). Nos consideraban ‘barcos piratas’; la realidad era otra: los sueldos míseros, el contrabando a gran escala, y la legislación militar en los barcos de bandera española, eso ¡sí se puede! considerar ‘piratería’. Nuestros marineros ‘africanos’ percibían el mismo salario base que los marineros enrolados en buques españoles. Un ejemplo; un servidor, oficial de puente, pasó de cobrar 3.600 pesetas al mes (1969), en un barco español de Naviera Aznar, a percibir 41.000 pesetas (980 francos franceses) al mes en un liberiano de Fabre Line; ese mismo año. 

Las administraciones más corruptas corresponden hoy a estados africanos fallidos 

Aprendieron de sus colonizadores; principalmente británicos, belgas (los más corruptos y sanguinarios), franceses (los menos malos), holandeses y portugueses, también españoles, éstos en Guinea Ecuatorial, que no dejaron huella cultural, a pesar de haber ‘desflorado’ a miles de ‘miningas’ (jóvenes guineanas) por las bravas, es decir, utilizando la violación continuada a mujeres como forma de total sometimiento, y vejaciones y palizas a los varones desde su más tierna infancia; violaciones y mutilaciones salvajes, prácticas compartidas por los colonos de otras nacionalidades. 

La edulcorada novela “Palmeras en la nieve”, recibió máxima promoción mediática 

Se han vendido decenas de miles de ejemplares; fue llevada al cine, el producto es una ‘filfa’ que solo sirve para ‘encubrir’ las barbaridades que hicieron los españoles en aquella nación africana y 'manipular' a las nuevas generaciones. Cuando marcharon de Guinea dejaron el gobierno de aquella rica nación en manos de salvajes, alguno de los cuales practicaba el ‘canibalismo’. España siempre cumple la escatológica admonición de que “para lo que me queda en el convento me cago dentro”, Guinea no iba a ser menos que Filipinas y Latinoamérica. Actualmente, los castellanos intentan llevar a la quiebra a Catalunya y Euskal Herria, generar odios cainitas ante la eventualidad, más que probable, de que pierdan esas dos ‘colonias’. ¿Quién financió ‘Palmeras en la nieve’? ¿España?, ¿Guinea? ¿Ambos países? 

Puerto de Boma en la desembocadura del río Congo en el Atlántico; principios de los años '70'.

Los marinos que arribaban a las ex colonias africanas, más comedidos, ‘pagaban’ por servicios y sevicias sexuales, desde luego: no violaban, aunque a veces el pago se realizaba en especies: comida, bebida, o bien, mercancías robadas en las bodegas, en ningún caso justifico 'follar por hambre', quede bien claro. El viaje de ida transportábamos carga general, entre la cual escondíamos armas de fuego y munición (para los europeos que seguían en África tras la descolonización), amen de bebidas alcohólicas y tabaco (que no era de contrabando). También aves exóticas de diferentes países africanos y relojes de pulsera por miles (de usar y tirar, made in Italia). Este comercio ‘paralelo’ lo realizaban los diferentes consignatarios con ayuda de algunos capitanes corruptos. Una de las mejores pistolas que he tenido procedía de aquel comercio paralelo, una 'Sig Sauer' de las primeras que fabricó Israel.

Les contamos cólmo se llevó a cabo una de las mayores ‘masacres’ contra los colonos belgas (especialistas en represión sanguinaria) acontecida en nuestro puerto de escala regular de Matadi (Congo Zaire). Corría, ya lo hemos dicho, el año del Señor de 1969, en pleno ‘tardofranquismo’ español. Felipe González estudiaba Derecho Laboral en Sevilla (lo hacía para ‘conocer’ empresarios el día de mañana), era novio y cuidaba de las vacas de su familia los fines de semana. Servidor tenía 21 años y era Oficial de la Marina Mercante. La masacre tuvo lugar ocho años antes de nuestra llegada (el puerto no había sido reconstruido del todo), fuimos de los primeros en llegar al Congo después de la revolución de Kasavubu y Lumumba, considerados padres de la Independencia. De entre nosotros, los mejor informados pensaron que aquella matanza (y otras muchas) estuvo justificada. 

Me limité a reflexionar sobre: “De aquellos polvos estos lodos”, un dicho clásico 

El poder negro se manifestó con gran crueldad contra sus opresores durante el período de lucha por la independencia (finales de los '50', inicio de los ‘60’); los belgas llegaron al Congo en 1906 y saquearon el país a sangre y fuego (literal), en Matadi la sangre que tiñó de rojo el río Congo fue la de ellos (los belgas) y sus familiares. 

El trato inhumano al negro no tuvo parangón en USA; Europa resultó ser más cruel 

Puerto de Matadi en aquellos años de la reciente independencia del Congo Belga.

Para llegar a Matadi debíamos remontar el río Congo; uno de los más caudalosos del continente africano; al llegar al delta hacíamos una parada en Boma para embarcar al práctico. La navegación era muy peligrosa, durante un día entero navegábamos con dificultad contra una corriente persistente que llegaba a alcanzar las nueve millas de intensidad (en determinadas épocas del año alcanzaba las 11 millas). A Muriel, el práctico decano del río, le conocimos el primer viaje; se trataba de un belga bajito, enjuto de carnes, de una cierta edad, con bigote-mostacho y sonrisa torva permanente a lo Hercule Poirot

Le gustaban mucho las croquetas y el cocido de garbanzos (a 40º a la sombra), también el bocadillo de chorizo de media mañana y trasegaba vino tinto a escondidas (se lo llevaba el capitán) en el camarote que poníamos a su disposición (llegué a pensar que sufría incontinencia urinaria porque abandonaba el puente a menudo); fumaba sin parar cigarrillos ‘gauloises’. Rondaba ya los 70 años de edad y su rostro reflejaba un pesar que parecía insuperable; falleció en 1971, dos años después de aquel primer viaje. Recuerdo que siempre se las arreglaba (era el decano de los pilotos de río), para abordar el “Alberta” en Boma, para nosotros era un ser muy querido.

Vista aérea de Matadi situada en los temibles meandros del río Congo.

Al desembarcar en Matadi, después de finalizar la arriesgada maniobra de situarnos proa a la desembocadura, el capitán ordenaba a un marinero que bajara una caja de vino de Rioja de seis botellas al coche que le esperaba. Los negros lo respetaban, resultaba evidente. 

Muriel era el práctico del puerto de Matadi a quien había correspondido dirigir la maniobra de desatraque, y navegación río abajo hasta el delta, del buque de pasajeros “Leopoldville” de la CMB belga; enfermo de malaria desde hacía varios años, tuvo unas fiebres muy altas que le retuvieron postrado en el lecho de su casita de Boma; fue un compañero quien lo relevó aquel día (aquel práctico, de 46 años, monsieur Bellver, falleció en la masacre). 

La salida estaba prevista para las 08:00 GMT del día 11 de junio de 1961; a medianoche del día 10 seguían embarcando pasajeros conforme llegaban los trenes del norte del país y de la provincia rebelde de Katanga. La mayor parte de la carga ya estaba a bordo, se componía de muebles y enseres de los colonos, amen de objetos de culto de iglesias desmanteladas, a cargo de varias congregaciones de monjas, pobres mujeres que fueron violadas, asesinadas y arrojadas al río por los rebeldes congoleños. Todas ellas fueron pasadas a chuchillo y desventradas a golpe de machete (se informó entonces en Roma acerca de un centenar de religiosas fallecidas en el asalto al “Leopoldville”). 

El número de pasajeros excedía en varios cientos la capacidad del buque, que era de 1.500 personas, incluidos los tripulantes, todos ellos belgas, la cifra oficial fue de 2.000 muertos, de los cuales unos 500 fueron arrojados al río y recogidos – la mayoría de ellos – en el delta, a la altura de Boma. 

¿Cómo consiguieron embarcar aquellos salvajes estando el buque de maniobra de salida? 

Muriel decía que viajarían en el “Leopoldville” (según corroboró el manifiesto de a bordo) un centenar de mercenarios bajo las órdenes del esbirro de los belgas Stanley, tristemente famoso por sus atrocidades, que no llegó a embarcar y huyó a través de la frontera con Congo Brazaville. 

Otra fotografía de Lumumba y Mobutu Sese Seko, antes de la traición y asesinato de Patrice.

A bordo llegaron noticias y rumores acerca de la llegada a Matadi de rebeldes procedentes de Katanga; el capitán dio orden de largar amarras al amanecer (antes de la hora oficial de salida) y dispuso guardia armada por el costado de tierra (babor al muelle); fueron los primeros en morir, era noche cerrada cuando llegaron los primeros grupos armados. 

Ante la inminencia del masivo abordaje por tierra, el práctico Bellver tomó el mando 

El capitán belga, consciente de la situación, amenazaba, pistola en mano, con pegarse un tiro (horas después se descerrajó un disparo en la cabeza). El práctico ordenó largar amarras. Con un centenar de rebeldes y cerca de dos mil pasajeros a bordo; los marineros, presos de la excitación y nerviosismo, largaron los cabos de popa con hachas y el barco quedó ‘atravesado’ al río por la fuerte corriente, sujeto a tierra por las amarras de cabo y cable de la proa y por la cadena del ancla, depositada ésta en el lodo del río. (Los rebeldes habían accedido a bordo por la proa del barco y los marineros no habían podido ‘largar’ las amarras de esa cabeza y virar del ancla para separarse del muelle). 

A bordo el caos era ya insuperable; se sucedían las violaciones de mujeres belgas y sus sirvientas, sin importar la condición social, la edad o el color de la piel, sus maridos y familiares eran destrozados por los machetes; al amanecer habían muerto más de mil personas, el agua del río era de color rojo oscuro y los cadáveres mutilados eran arrastrados por la corriente, que los depositaba en ambas orillas, sujetos por los cañizales y medio enterrados en el limo; al romper el día, siempre con aquella luminosidad excesiva, la escena era dantesca y el barco continuaba amarrado por proa; por donde accedían docenas de salvajes para rematar la operación. 

En el puente se sucedían los gritos y amenazas; el práctico Bellver daba órdenes a los maquinistas a fin de atracar el buque al muelle, como le exigían los rebeldes katangueños, a los que el horror había superado hacía varias horas, (no querían que el ‘Leopoldville’ abandonara Matadi y saliera a alta mar); bebía un licor de arroz muy fuerte que conservaba en una petaca mediana desde su llegada a bordo. El capitán se había suicidado de un disparo y los oficiales que se enfrentaron a los rebeldes fueron muertos por disparos de sus propias armas que les fueron arrebatadas al herirlos con los machetes. 

El práctico Bellver consiguió atracar el “Leopoldville”, esta vez por el costado de estribor, proa a la fuerte corriente del río; fue en ese momento cuando subieron a bordo centenares de rebeldes del norte que liquidaron a los cientos de pasajeros y tripulantes que permanecían vivos, la mayoría de ellos heridos o contusionados en medio de aquel horror. 

Patrice Lumumba antes de ser asesinado por leales a Mobutu; órdenes directas de la CIA.

A mediodía el “Leopoldville”, primero de una serie de buques mixtos, de carga y pasaje, construidos para la ‘CMB’, propiedad del rey Leopoldo, un demonio reconocido como líder africano por el resto de monarquías europeas, ardía al sol, y los pocos supervivientes se arrojaban al río y desaparecían arrastrados por la corriente. 

El viejo Muriel nos habló de 2.000 muertos a bordo del “Leopoldville” 

El buque fue restaurado años después y destinado a líneas de carga y pasaje entre Bélgica y África Occidental - excluido Congo Kinshasa, ex Zaire y actualmente República Democrática (?) del Congo – y la mitad de la tripulación era de origen africano. Coincidí con el “Leopoldville” en el puerto de Abidján (Côte d’Ivoire) y conseguí subir a bordo, no me permitieron hacer fotografías. 

Al práctico de puerto y piloto de río Muriel le respetaron la vida, junto a la de su familia (su esposa era congoleña); llegó a ser recibido por Patrice Lumumba antes de que éste cayera en desgracia (era un demócrata revolucionario, un verdadero líder) y fuera asesinado por hombres de Mobutu siguiendo órdenes de la CIA. 

Hotel de super lujo "Metropole" en Matadi; solaz de mercenarios, periodistas y marinos.

El primer intento (fallido) de asesinar a Lumumba tuvo lugar en el hotel ‘Metropole’, justo en las cocinas por donde huyó; en la pared – todavía con huellas de los disparos que le persiguieron – le rendíamos homenaje en noches de borrachera, ante la mirada atónita de cocineros franceses y ayudantes congoleños (quedaban pocos belgas, hablaremos de ellos). 

Congoleños tratados peor que animales salvajes devolvieron el ‘ojo por ojo’ bíblico

Una calle de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, hoy; foto de Sonya Rolley-RFI, 12/08/19.

PS - Las imágenes están almacenadas en mi deteriorada retina; ello me produce enorme satisfacción, diría que orgullo, claro que fueron 'robadas' a los ojos de Muriel, un buen tipo; sigo enamorado de África 50 años después y, en el recuerdo, el viejo 'Alberta'; a pesar del capitán canalla, vasco para más desgracia, que provocó - muchos meses después - que nos amotináramos por robarnos el dinero de la manutención. En mi carrera contra la ceguera; en la soledad del corredor de fondo, tiro de 'Cuaderno de Bitácora', en mi memoria,  todo está en ella, para entreterles en estas tardes de otoño-invierno, sin gobierno; claro que ¿para qué queremos gobierno? Pero sobre todo, vamos a sacar conclusiones acerca de lo que nos han deparado a todos estos 50 años de vida intensa; de grandes cambios en las vidas de todos; de lo que depara el futuro incierto a nuestros hijos y a esta comunidad de españoles sin otra seña de identidad que el fracaso social y político de la mayoría y, por supuesto, sin sentido de pertenencia. Seguro que vascos y - sobre todo - catalanes mantendrán el Estado, como siempre hemos hecho, aunque sea bajo mínimos y condiciones más exigentes que en otras épocas; lo primero que haremos es frenar la embestida del 'toro' (ya sin cuernos).