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Felipe, el muchacho sevillano que acababa de cargarse a los viejos de su partido en Suresnes (Francia), y cuyo historial profesional decía ‘abogado laboralista’, solo eso, ya que habían borrado del mismo que (dicen) fue jefe de centuria en la Falange Española de las JONS, por un delirio de juventud; debió quedar muy impresionado por aquel venezolano socialista, millonario, mujeriego y banal, que se rodeaba de los grandes políticos de la Internacional Socialista, de la que era vicepresidente. Años después bebería los vientos por un mexicano, Carlos Slim Helú.
Siguiendo el dictado de aquellos apuntes manuscritos tomados del gran corrupto, González empezó seleccionando, a través de sus hombres de confianza en el Ministerio del Interior, que eran el propio ministro Barrionuevo y su secretario de estado Vera, heredero de una ferretería en la que realizó grandes inversiones, a policías sin escrúpulos, dispuestos a secuestrar y matar en el otro lado de la muga (frontera) francesa. Cobrarían buen dinero por sus servicios y serían protegidos por el sistema, vamos, que como decía Amedo a su bella novia, dispondrían de licencia para matar como James Bond, Agente 007, pero en la vida real.
En los GAL estaban involucradas la propia cúpula del Ministerio del Interior y la Dirección General de la Policía; esta organización era la sucesora del Batallón Vasco Español, la Triple A y los grupos de Antiterrorismo ETA, cuya lucha contra la banda terrorista había resultado del todo infructuosa. Esta suerte de terrorismo de Estado, muy activo en la década de los ‘80’, causó gran impacto entre la opinión pública española e internacional, por la implicación del aparato represivo del Estado; si bien es cierto que parte de la opinión pública de nuestro país estaba de acuerdo con esta guerra sucia contra ETA, llegando hasta aplaudir la realización de atentados con resultado de muerte de etarras.
Como en todo crimen de Estado las consecuencias internacionales eran previsibles, Europa se puso al frente de la cruzada antiterrorista criminal, analizando y haciendo hincapié en los casos de secuestro como el del pobre Segundo Marey, ciudadano francés que no tenía relación con la banda terrorista; o en el caso del ciudadano francés tiroteado en un bar, por encontrarse casualmente junto a miembros de la banda que fueron ejecutados en el ‘Monbar’ de Bayona. Medios de comunicación europeos y americanos se hicieron eco de la tortura brutal y posterior ajusticiamiento de los activistas Lasa Y Zabala, que fueron enterrados en cal viva. Se apreció gran diferencia entre la muerte tras horribles torturas de Lasa y Zabala, que se vieron obligados a cavar su propia fosa, reventados como estaban, y el disparo certero que mató al despiadado asesino de ETA conocido como ‘Txapela’, obra de un francotirador. A ello, lo que hicieron con Lasa y Zabala, de 18 años de edad, se debió la condena al general Galindo y dos de sus hombres, que alcanzó los 400 años de cárcel, de los cuales cumplieron solo cinco alegando enfermedad dos de los condenados.
Como consecuencia positiva de este despropósito que dio, como se sabe, alas a la banda ETA en el concierto internacional; el estallido del GAL y su resonancia internacional consiguió que el país vecino dejara de ser el santuario etarra, al ver peligrar el turismo en el sur de Francia. Todo cambió, ya que en los próximos años, antes del fin de la década, el Gobierno francés procedió a las expulsiones de etarras, que, hasta entonces, se movían por territorio francés como Pedro por su casa al decir de expertos antiterroristas.
Amedo y Domínguez, no digamos el general Galindo y sus superiores forman parte de la leyenda negra española que creíamos haber desterrado para siempre. La sociedad civil comprobó con horror cómo se contrataban como sicarios a funcionarios públicos; estos mercenarios, a su vez, subcontrataban con dinero de los fondos reservados, a otros sicarios, extraídos de entre la hez de la sociedad vasco francesa, removiendo sus bajos fondos.
Tal y como decían los apuntes que había que actuar que recibió Felipe González de su maestro y mentor Carlos Andrés Pérez. En el recuerdo las declaraciones del Ministro del Interior francés, Charles Pasqua: “Pondremos fuera de la circulación a los matones del GAL y Francia no será santuario del terrorismo”.