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Que todo quedaba atado y bien atado a la muerte del Caudillo, frase esta que fue muy utilizada durante los primeros años de la Transición española, y no había nada que temer. Muchos ciudadanos pensaron que la frase era muy acertada y no iban muy descaminados, como se pudo comprobar años más tarde. Ello no era óbice para que Demetrio siguiera acompañado de sus fantasmas, que le harían la corte hasta el final de sus días, a pesar de las nuevas ideas por las que apostaba su hijo Diego, la última de las cuales hacía referencia a la promoción del arte taurino, que tenía ciertamente abandonado en los últimos años, más preocupado por otro tipo de corridas, éstas a volapié, como aquel que dice.
Se perfila ya la Ley para la Reforma Política, que significará la derogación tácita del sistema político franquista y que incluye la convocatoria de elecciones generales para 1977, que fueron ganadas por Adolfo Suárez. Comienza la redacción de una nueva Constitución Española, que finaliza con su promulgación en 1978. La derecha de Fraga Iribarne obtuvo unos muy buenos resultados en Castilla La Mancha, a pesar de que se producía, día a día, el trasvase a la UCD (Unión del Centro Democrático), tal que fue el caso de La Encomienda; también los partidos de extrema derecha obtuvieron buenos resultados en CLM, aunque claramente insuficientes; casi como ‘Coalición Democrática’ de Fraga. Aunque el ganador en la región castellano-manchega fue el partido UCD, liderado por Adolfo Suárez.
Aunque la UCD, liviana como las amapolas, barrió y ocupó el poder político en las Cortes y en gran número de municipios, lo hizo por poco tiempo, ya que Roma no paga traidores, y de esa guisa era motejado Adolfo Suárez; no olvidemos que otros muchos fueron gobernados por alcaldes y concejales independientes; y que el PSOE estaba al llegar, no solo se le esperaba, sino que la derecha estaba más que dispuesta a la aceptación del desembarco de los socialistas en la región de Castilla La Mancha, de tal manera que fueran ellos mismos quienes administraran la miseria que asolaba la misma, como se verá más adelante. Los poderes fácticos, siempre por encima de UCD y PSOE, ya habrían decidido, en 1978, que habría dos Españas, aunque nunca lo hicieron público; de tal manera que Castilla La Mancha pasaba a ser propiedad del PSOE, y de sus dirigentes, que aprovecharon el nombramiento de tutores políticos para enriquecerse y hacer vida de auténticos virreyes.
Un elemento a tener en cuenta fue el apoyo electoral que lograron en 1979, en Castilla La Mancha, partidos de la ultra derecha, como Fuerza Nueva y Unión Nacional, muy superiores a los obtenidos en el resto de España, aunque su recorrido fue corto, como el de la UCD de los reformistas. Suárez estuvo muy amenazado, principalmente por elementos de esta extrema derecha, hasta el punto de que dormía en La Moncloa con una pistola en la mesilla de noche, y llegó a no fiarse de sus propios escoltas, según confesó años después, antes de la enfermedad que le apartó de la vida social y política.
Esta era la situación de España en aquellos años; los famosos setenta, aunque los años de máxima intensidad política fueron los comprendidos entre 1975, fallecimiento del Generalísimo, y 1981, año del golpe de Estado protagonizado por el Teniente Coronel Tejero, conocido para siempre como el “23F”, que (nos) dejó a los españoles a los pies de los caballos en el concierto internacional, además de suponer un duro golpe para la Benemérita Guardia Civil; Suárez protegiendo su vida de elementos de ultra derecha con una pistola en la cabecera de la cama; y nuestro Demetrio, cuidando de la suya con la escopeta a su costado, profusión de cartuchos de postas, de posibles vengadores procedentes de su pueblo, ahora asimilados a socialistas y republicanos, familiares o amigos de aquellos, que aún a día de hoy, pueblan las cunetas en pueblos de Castilla, para vergüenza e ignominia de los gobernantes nacidos de la Transición; del propio pueblo castellano-manchego y, por elevación, de todos los españoles bien nacidos.
Hoy sabemos que aquella Transición tuvo muy poco de modélica, como se encargaban de propalar los políticos; bien por el contrario, se redujo a un intercambio de papeles siguiendo las teorías de Lampedusa. Papeles o cromos que se intercambiaban según las circunstancias, y que daban alas a los terrorismos de extrema izquierda y de extrema derecha.