domingo, 4 de febrero de 2018

La matanza de 2000 belgas en el puerto de Matadi, en el río Congo

MLFA - CMM
Cuaderno de Bitácora

Buque mixto de carga y pasaje "Leopoldville" asaltado en Matadi (Congo Bas) en 1960. 2.000 muertos.

En Junio de 1969 embarqué como Oficial de Navegación a bordo del carguero “Alberta” en el puerto de Marsella; era un viejo mercante construido en Canadá para transportar madera entre puertos USA y canadienses del Pacífico Norte, de casco reforzado para navegar entre hielos y grandes temporales y máquina poderosa que le permitía navegar a 15 nudos, veinte años después de su botadura. El “Alberta” había descargado 12.000 toneladas de cobre en lingotes (de 116 kilos) en el plan (suelo) de las cinco bodegas y troncos de madera de caoba y palo rosa en entrepuentes de bodega y en cubierta; los de cubierta eran trincados (sujetos) con gruesas cadenas de babor o estribor. Enarbolaba pabellón de Liberia, considerado como ‘pabellón de conveniencia’ al no tener que pagar impuestos, salvo unas tasas simbólicas que pasaban directamente al bolsillo del cónsul correspondiente, normalmente un africano de talla XXXL y cara de pocos amigos, consecuencia de una ‘descolonización’ mal llevada a cabo desde los años ‘50’ del siglo pasado. Huelga decir que cada cargamento (el viaje redondo era de 5 meses) suponía una riqueza monumental para cargadores, fletadores y propietarios europeos de estas materias primas de sus ‘colonias’. La compañía armadora era la francesa ‘Fabre Line’; la tripulación: española y africana (éstos en régimen de esclavitud, así como lo leen); hablaremos de los ‘crewmembers’ en otro artículo.

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Aprendieron de sus colonizadores; principalmente británicos, belgas (los más corruptos), franceses (los menos), holandeses y portugueses, también españoles, éstos en Guinea Ecuatorial, que no dejaron huella, a pesar de haber ‘desflorado’ a gran número de ‘miningas’ (jóvenes guineanas) por las bravas, es decir, utilizando la violación continuada a mujeres como forma de sometimiento, y vejaciones y palizas a los varones desde la más tierna infancia; violaciones y mutilaciones salvajes; práctica compartida por los colonos de otras nacionalidades. Los marinos que arribaban a las colonias africanas, más comedidos, ‘pagaban’ por servicios y sevicias sexuales, aunque a veces el pago se realizaba en especie, comida, bebida o bien mercancías robadas de las bodegas. El viaje de ida transportábamos carga general, entre la cual escondíamos armas de fuego y munición, y sobre todo bebidas alcohólicas y tabaco, todo ello en régimen de contrabando consentido. También aves exóticas de diferentes países africanos y relojes de pulsera por miles (de usar y tirar, made in Italia).

Puerto fluvial de Matadi (Congo Bas)

Les contamos como se llevó a cabo una de las mayores ‘masacres’ contra los colonos belgas, acontecida en nuestro puerto de recalada en Matadi (Congo Bas). Corría, ya lo hemos dicho, el año del Señor de 1969, en pleno ‘tardofranquismo’ español. Felipe González estudiaba Derecho en Sevilla, era novio y cuidaba de las vacas de su familia los fines de semana. Servidor tenía 21 años y era Oficial de la Marina Mercante. La masacre tuvo lugar nueve años antes de nuestra llegada, fuimos de los primeros en arribar al Congo después de la revolución de Kasavubu y Lumumba, considerados padres de la independencia. De entre nosotros, muchos pensaron que aquella matanza (y otras muchas) estuvo justificada; el poder negro se manifestó con gran crueldad contra sus opresores a lo largo del siglo XX, los belgas llegaron a Congo en 1906 y saquearon el país a sangre y fuego (literal). En Matadi; la sangre que tiñó de rojo el río Congo fue la de ellos y sus familiares.

El trato inhumano al negro no tuvo parangón en USA, Europa resultó más cruel

Para llegar a Matadi debíamos remontar el río Congo, uno de los más caudalosos del continente africano; la navegación era muy peligrosa, durante un día navegábamos con dificultad contra una corriente persistente que llegaba a alcanzar las nueve millas (en determinadas épocas del año alcanzaba las 11 millas) de intensidad. A Muriel, el práctico de río, le conocimos el primer viaje; se trataba de un belga bajito, enjuto de carnes, de una cierta edad, con bigote y sonrisa torva permanente a lo Hercule Poirot. Le gustaban mucho las croquetas y el cocido de garbanzos, también el bocadillo de chorizo de media mañana y bebía vino a escondidas en el camarote que poníamos a su disposición; fumaba sin parar apestosos cigarrillos ‘gauloises’. Rondaba ya los 70 años de edad y su rostro reflejaba una pena que parecía insuperable.


Muriel era el práctico del puerto de Matadi a quien había correspondido dirigir la maniobra de desatraque, y navegación río abajo hasta el delta, del buque de pasajeros “Leopoldville” de la CMB. La salida estaba prevista para las 08:00 del día 11 de Junio de 1961; a medianoche del día 10 seguían embarcando pasajeros conforme llegaban los trenes del norte y de la provincia rebelde de Katanga. La carga ya estaba a bordo, se componía de muebles y enseres de los colonos, amen de objetos de culto de iglesias desmanteladas, a cargo de varias congregaciones de monjas, pobres mujeres que fueron violadas, asesinadas y arrojadas al río por los rebeldes congoleños. Todas ellas fueron pasadas a cuchillo y desventradas a golpe de machete.

El número de pasajeros excedía en varios cientos la capacidad del ‘Leopoldville’, cuya capacidad era de 1.500 personas; incluidos los tripulantes de la nave, todos ellos belgas; Muriel decía que viajaban un centenar de mercenarios bajo las órdenes del esbirro Stanley, tristemente famoso por sus atrocidades, que no llegó a embarcar.

Patrice Lumumba momentos antes de ser asesinado por leales a Mobutu; órdenes directas de la CIA.

A bordo llegaron rumores acerca de la llegada a Matadi de rebeldes procedentes de Katanga; el capitán dio orden de largar amarras al amanecer y dispuso guardia armada por el costado de tierra; fueron los primeros en morir. Era noche cerrada cuando llegaron los primeros grupos armados.

Ante la inminencia del abordaje por tierra Muriel tomó el mando

El Capitán belga, consciente de la situación, amenazaba, pistola en mano, con pegarse un tiro (horas después se descerrajó un disparo en la cabeza). Muriel ordenó largar amarras; con un centenar de rebeldes y cerca de dos mil pasajeros a bordo, sólo pudieron largar los cabos de popa y el buque quedó atravesado en el río, sujeto por las amarras de cabo y cable de la proa y por la cadena del ancla, depositada ésta en el lodo del río. A bordo el caos era ya insuperable; se sucedían las violaciones de mujeres belgas, sin importar la edad o condición social, sus maridos o familiares eran destrozados por los machetes; al amanecer habían muerto más de mil personas, el agua del río era de color rojo y los cadáveres mutilados eran arrastrados por la corriente que los depositaba en ambas orillas, sujetos por los cañizales y medio enterrados en el limo; al romper el día, siempre con luminosidad excesiva, la escena era dantesca y el barco continuaba amarrado por proa.

Panorámica del puerto de Matadi en 1969. Los lingotes de cobre llegaban por vía férrea.

En el puente de mando se sucedían los gritos y amenazas; Muriel daba órdenes a los maquinistas a fin de atracar el buque, como le pedían los rebeldes katangueños, a los que el horror había superado hacía varias horas; bebía un licor de arroz que conservaba en una petaca mediana desde su llegada a bordo. El capitán se había suicidado de un disparo y los oficiales que se enfrentaron a los rebeldes fueron muertos con disparos de sus propias armas. 

El práctico consiguió atracar el “Leopoldville”, esta vez por el costado de estribor, proa a la corriente; fue en ese momento cuando subieron a bordo centenares de rebeldes del norte que liquidaron a los cientos de pasajeros y tripulantes que quedaban a bordo, vivos o malheridos; a mediodía el “Leopoldville”, primero de una serie de buques mixtos, de carga y pasaje, construidos por la ‘CMB’ del rey Leopoldo, un demonio que era reconocido como líder africano por el resto de monarquías europeas, ardía al sol y los pocos supervivientes se arrojaban al río y desaparecían arrastrados por la corriente. La única alternativa era atracar el barco; todos los oficiales habían muerto o se habían arrojado al río Congo desde la cubierta de paseo.

Muriel nos habló de 2.000 muertos a bordo del “Leopoldville”

Hotel de lujo "Metropole" en Matadi, refugio de mercenarios, periodistas y marinos.

El buque fue restaurado años después y destinado a líneas de carga y pasaje entre Bélgica y Congo Brazzaville, país bajo influencia francesa. A Muriel le respetaron la vida, junto a la de su familia; llegó a ser recibido por Patrice Lumumba antes de que este cayera en desgracia y fuera asesinado por hombres de Mobutu siguiendo órdenes de la CIA. El primer intento (fallido) de asesinar a Lumumba tuvo lugar en el hotel ‘Metropole’, justo en las cocinas por donde huyó; en la pared, todavía con huellas de los disparos que le persiguieron, le rendíamos homenaje en noches de borrachera, ante la mirada atónita de cocineros y ayudantes franceses (quedaban pocos belgas, hablaremos de ellos).

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