miércoles, 29 de noviembre de 2017

“Caminando Fronteras” ¿Consignatarios de la flota de inmigración?

Kontuz
Perdona señor policía: tenemos un consignatario que nos recibirá en tierra dentro de unas horas.

Transcurren semanas, meses diría ya, y la información ‘manipulada’ sobre el conflicto catalán ‘cubre’ con un tupido velo el resto de noticias que revisten importancia (no nos referimos al premio que han concedido al ‘lloroso’ Ferreras, anticipo de cambio de destino del reportero Tribulete Siglo XXI). Sí lo hago respecto de las preocupantes informaciones que conciernen a la ‘inmigración irregular’, entre otras muchas de gran calado, como las pensiones de nuestros mayores (y las nuestras en un futuro inmediato), que hoy no toca. 

Gabriela Sánchez publica hoy en ‘El Diario’ (con sintaxis francamente mejorable) un artículo que lleva por título: “Mueren tres personas en el Estrecho y siguen desaparecidas varias pateras con decenas de migrantes”; alucinados, entramos en harina y comprobamos – estupefactos – que la portavoz de esta ONG, Helena Maleno, conoce las radas de donde salen las pateras, la hora de partida hacia España, el número de ocupantes, también el número de inmigrantes que (en el último momento) deciden quedarse en tierra por miedo al mar; y ya que somos redundantes con lo de los números, Helena es informada de los números de los teléfonos móviles de los inmigrantes, con los que mantiene comunicación constante, siempre que la cobertura lo permite. En el artículo no se justifica la relación entre ONG y los inmigrantes.

Enfadada con la falta de cobertura reivindica móviles satelitarios para los embarcados

De ahí el titular y la pregunta consiguiente: ¿Caminando Fronteras es una ONG o una consignataria? a los que añado una reflexión dual, de mi propia cosecha, que no tiene que ver con el artículo de Gabriela Sánchez. Si esa función de apoyo a la flota inmigratoria ilegal (uno de los factores que implosionará España) la realiza para denunciar a los de las pateras está mal, muy mal; y si lo hace para ayudarles a llegar a nuestras costas, pues qué quieren que les digan. Esta mujer podría ofrecer su vivienda como hogar de acogida, digo yo. Me malicio que estamos dando argumentos a las bestias de la extrema derecha. Y, ya de paso, cambiar el nombre de su organización por el de "Abriendo Fronteras" (sin garantías para los pobres inmigrantes, claro).

De nuevo se ciernen sospechas de colaboración entre ONGs y traficantes, como en Italia