MLFA
Se trata de un tema del que muy pocos quieren hablar ya que supone el colapso de cimientos muy endebles sobre los que se basa la ‘unidad familiar’ entendida con arreglo a cánones de modernidad, correspondiente a los nuevos tiempos vistos a través de viejos clichés. Yo lo denomino ‘guerra de roles’ porque no se trata de asumir los nuevos ‘roles’ de hombres y mujeres, sino de ‘guerrear’ entre ellos; contrariamente a lo que parecería lógico, es decir, que la mujer – especialmente ella – agradeciera su nuevo ‘rol’ en la sociedad y el derrumbe de la sociedad ‘patriarcal’; constatamos que las mujeres, en general, reconocen en el hombre al 'enemigo con efecto retroactivo' e inciden – de forma obsesiva – en la responsabilidad del mismo (que tanto daño les hizo, al parecer). Resulta obvio que asistimos a un modelo nuevo, inédito, de relaciones sociales, en general, y, de relaciones de pareja, en particular. Igual de cierto esto último que, en cuanto a las relaciones sexuales hace referencia, la merma o reducción del deseo sexual nos aboca al enfrentamiento entre sexos, no ya por ‘deseo de venganza’, o, si prefieren, ‘voluntad de venganza’, sino por la abulia sexual hacia la que nos encaminamos en el seno de la pareja en el sentido convencional del término; es decir, matrimonios o parejas estables. No entro a diseccionar la situación actual de otras formas de pareja, desconozco la dinámica de los colectivos LGTBI, y añado que no revisten interés alguno para un servidor; simplemente les deseo suerte en el empeño, ‘contra natura’ según mi opinión, y que entiendo claramente desestabilizador. Ojalá mi apreciación resulte errónea. Resulta del todo deprimente que hombres normales nos enfrentemos, muy a nuestro pesar, a dos ‘enemigos’: mujeres y homosexuales, si bien es cierto que podemos no resultar ser (nosotros) los ‘perdedores’, aunque todos nos dejaremos ‘pelos en la gatera’ en el empeño sobrevenido inopinadamente y de forma tan abrupta. Pero hablemos de ‘mamadas’ y de situaciones sexuales y amorosas más interesantes durante el confinamiento.
La mujer – sean sinceras – considera el falo como elemento agresor ‘necesario en parte’