jueves, 25 de junio de 2020

El Gobierno "cierra" el CIE de la Isla de la Paloma en Tarifa (Cádiz)

Javier Ramajo
'Isla de la Paloma' unida a Tarifa

Adiós a la "isla de los valientes": Interior cierra el controvertido CIE de Tarifa tras 14 años de denuncias por su estado 

Convertido desde 2006 en el apéndice del CIE de Algeciras, el viejo acuartelamiento militar de la Isla de las Palomas deja de ser lugar de privación de libertad sin delito. El estado de alarma hizo que se quedara temporalmente vacío y, ahora, el Ministerio de Interior cierra definitivamente sus puertas. Durante muchos años ha sido "el anexo de Tarifa", el hermano pequeño del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Algeciras, en la Isla de Palomas (o Isla de Tarifa), punto más meridional de la Europa continental y enclave natural de privilegio dentro del Parque Natural del Estrecho. Enganchada por una carretera construida a principios del siglo XIX, desde 2006 ha sido testigo de las esperanzas de miles de inmigrantes que han pasado por allí tras arriesgar su vida en el mar y que, como la isla, se agarraban a la tierra del sueño europeo aunque fuera por el pequeño camino que divide Atlántico y Mediterráneo. 

Para la historia quedan ya las innumerables quejas y denuncias de organizaciones sociales, del Defensor del Pueblo, del Juzgado de Instrucción número 1 de Algeciras (con funciones de control jurisdiccional del CIE) acerca del estado de las instalaciones del viejo acuartelamiento militar, siempre sin resolver definitivamente, la enésima no hace demasiado tiempo, o las sucesivas concentraciones exigiendo su cierre, la última el pasado octubre. Ahora, el hermano mayor, el que todavía vive en la vieja cárcel que no servía para presos pero sí para inmigrantes, la que se caía a trozos, la que no puede conocer de cerca la opinión pública a través de la prensa, engulle finalmente a su anexo al seguir adelante la construcción del nuevo CIE en Algeciras que hace innecesario su existencia, esa que siempre ha sido lamentada. 

Pero, sobre todo, como comenta Algeciras Acoge al conocer la noticia, para la historia quedan ya "las historias de miles de hombres inmigrantes que ahí fueron encerrados, supervivientes del cruce del Estrecho, algunas veces muy deteriorados emocionalmente por haber presenciado la muerte en el mar del hermano, del amigo, de su pareja o de su propio hijo o hija... y otras, triunfantes por haber logrado su objetivo de pisar suelo europeo aunque con el temor marcando sus días de encierro por la posibilidad de la expulsión". 

"Desobediencia civil excepcional" 

No estaría de más recordar qué es un CIE y para qué sirve, aunque sea brevemente. De momento, suele ser "el primer destino de un inmigrante llegado en patera", como denunciaba en esta entrevista el secretario general de Andalucía, José Miguel Morales. Son centros donde los migrantes, privados de libertad sin haber cometido delito alguno, aguardan su expulsión por una falta administrativa. La ley permite mantenerlos en un CIE hasta un máximo de dos meses. Si en ese tiempo no han sido devueltos, quedan en libertad. Muchos de ellos son encerrados para nada, ya que aproximadamente el 70% no es deportado, y otros muchos quizás no debieron ser internados al ser susceptibles de ser solicitantes de asilo. 

Como prosigue Algeciras Acoge, cuyos integrantes han visitado semanalmente las instalaciones desde hace años para asesorar jurídicamente y prestar un tiempo para escuchar como forma de aliviar un "encarcelamiento injusto", algunos de esos migrantes "siguieron adelante con su proyecto migratorio europeo, otros fueron expulsados viviendo ante los suyos la derrota del objetivo no cumplido, en ocasiones, con consecuencias tan extremas como el suicidio. Todos hombres valientes que se jugaron la vida en un acto de desobediencia civil excepcional frente a leyes migratorias que impiden el derecho a la libre circulación para desarrollarse humanamente". 

Uno de los que mejor conoce el lugar por su "lucha permanente" desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía es Andrés de la Peña, que recorre de memoria la historia de la Isla de Tarifa, testigo de canteras y de gran cantidad de cuarteles durante el siglo XX, y aprecia principalmente su valor natural. "Es un sitio precioso. El único problema que tiene, además del CIE hasta ahora, es que como pegue el viento, bien sea poniente o sea levante, de allí sales volando", bromea. 

Lo que espera De la Peña es que al enclave se le dé un uso "para todos los ciudadanos y que sea sostenible", porque el CIE "cerró la isla a cal y canto". Grupos conservacionistas como Agaden o Ecologistas en Acción también vienen pidiendo desde hace años un uso público y ambiental. Como apunta el delegado de APDHA en el Campo de Gibraltar, estos años se han realizado visitas a la isla casi siempre organizadas por empresas de turismo activo, previo pago, y también por otros colectivos, siempre por la parte de la isla más alejada al CIE para que los visitantes no tengan que presenciar el "espectáculo" de personas privadas de libertad. "Siempre ha habido un frente amplio contra el CIE", señala De la Peña. 

Duchas colectivas 

Recordando cómo antes se les retenía a los migrantes en el Puerto de Tarifa, las circunstancias que llevaron al CIE de Algeciras a ir albergando a menos personas otorgó más importancia a su anexo, que a partir de ahora dejará de existir. En su lugar, según cuenta De la Peña, se está estudiando ejecutar un centro de interpretación. "Lo que pedimos es que no se estropee en enclave natural que es y que sea sostenible", apunta. 

Centro de atención a inmigrantes en su momento, Pepe Villahoz, cofundador de Algeciras Acoge, su uso como anexo del CIE data "más o menos de 2006". "Alguna vez se utilizó para otra cosa, para atención de personas, pero nunca ha estado muy claro en los principios cómo se utilizaba". Satisfecho por su cierre, no deja de mostrar su preocupación "porque sigan existiendo otros centros". 

Quizás no esté de más recoger algunas de las peticiones que hacía la jueza de Algeciras para mejorar las instalaciones del anexo de Tarifa, que se quedaron para siempre sin resolver a la espera de la construcción del nuevo CIE. Pese a su múltiples, antes de su última visita el pasado año no se había habilitado aún un lugar a las organizaciones sociales para que puedan visitar y asistir a las personas internas sin limitar las visitas a una duración máxima de tiempo, ni tampoco se había instalado un sistema de climatización en todos los módulos y espacios comunes, ni la asistencia médica las 24 horas del día, ni se habían suprimido las duchas colectivas ni las habitaciones con más de tres internos, sin haberse instalado en cada una de ellas ducha, servicio con retrete y cisterna y lavabo, así como pared o una puerta que cubra todo el cuerpo del interno. 

Tampoco se había cumplimentado en el anexo de Tarifa la disposición de la remisión, por parte del servicio médico, del parte de lesiones directamente al juzgado, o en su caso, en sobre cerrado a la dirección para su remisión a la autoridad judicial, ni el establecimiento de lo necesario para garantizar la realización, en el momento del internamiento, de las pruebas necesarias para la identificación de, al menos, tuberculosis, VIH, sífilis, hepatitis A, B, y C, sarcoptosis, pediculosis, scabiasis y parásitos intestinales. 

El nuevo CIE de Algeciras se edificará sobre una parcela de 20.000 metros cuadrados que se encuentra junto a la carretera CA-9208, un terreno que fue cedido por el Ayuntamiento de la ciudad gaditana en mayo de 2017 pero sobre el que hasta este momento no se había realizado ninguna actuación concreta. Este nuevo centro, que contará con 500 plazas, sustituirá hasta el que ahora venía siendo utilizado y al anexo de Tarifa.