Con todo mi respeto hacia su vida como 'cooperante', hoy recuerda a alguien con los dedos en un enchufe. |
La información reiterada sobre el coronavirus 'Covid-19'; las contradicciones en el seno del Gobierno, y la suma de errores que se cometen diariamente en la gestión administrativa de la crisis sanitaria; las mentiras desde las estructuras del denominado 'mando único' (lenguaje bélico) están provocando desconfianza, cuando no rechazo, en la ciudadanía. Fernando Simón genera la misma 'confianza' - es decir, ninguna - que el 'equipo médico habitual' que informó (manipulándonos) sobre la enfermedad del general Franco al final de su vida. Poca gente se cree los datos del 'cooperante' de timbre de voz neutro y gesticulación 'cansina', con cejas a lo Groucho Marx, de cuya buena fe nadie duda, aunque 'agobia' la imagen de 'funerario' que transmite, sin ignorar que al principio de la crisis 'decía' que ésta 'no nos afectaría'. Da toda la impresión de que su trágica experiencia (admirable) en la guerra entre 'hutus' y 'tutsis' en Ruanda-Burundi, más bien una 'masacre' (a machetazos) de 800.000 'tutsis' (más listos y preparados que los bestias 'hutus', y más guapos y más altos); hablo desde el conocimiento; aquello dejó a Fernando Simón 'marcado' para siempre. Si a eso - trágico de por sí - le unimos que es yerno de un ministro de Franco (Romay Becaría), parece lógico que no sonría nunca; parece lógico y justificado. Su ropa y el calzado son la de un 'cooperante' que no quiere hacerse 'mayor'.
En 1975 operamos en el área 'Tanzania', 'Ruanda-Burundi'- y 'Uganda': conocimos a las bestias