MLFA
Criminólogo e Investigador Privado
Coincidiendo con la salida de la crisis y ante la presión policial sobre el ‘narco’ en el Campo de Gibraltar, los colombianos decidieron buscar otras rutas, ya utilizadas desde siempre, pero no debidamente explotadas. Decidieron crear bases en pueblos bien comunicados de la conurbación de Madrid pero de poca relevancia económica y social. Se trataría de conectar con personas ‘respetables’ de la comunidad; abogados, docentes y políticos municipales; el dinero no suponía ningún problema para los representantes del cártel correspondiente. El ‘colombiano’ fijaría su residencia en un pueblo cercano a la base, esta haría las veces de depósito desde el cual se distribuiría la droga, por medio de transportes seguros, en Madrid y su área de influencia (9 millones de habitantes). La droga llegaría al aeropuerto de Madrid-Barajas A.S.; se contaban por docenas los empleados del aeropuerto y tripulantes de aeronaves involucrados en el tráfico de estupefacientes, se trataba de simples ‘peones’ pero muy útiles a la hora de desviar maletas o bultos cargados de cocaína; sin la parafernalia del Campo de Gibraltar, donde vehículos y lanchas de todo tipo eran desguazados, aunque la mercancía hubiera sido, en el caso de las embarcaciones, arrojada al mar. Un 'copiloto' llegó a Barajas con 42 kilos de coca en la maleta. ¿Querría comprar el avión para ser el 'piloto'? Fue en 2015.
Resultó fácil ‘convencer’ a un abogado endeudado y a un docente vicioso y canalla