Ayuntamiento de Brihuega |
El ‘chincheta’ presto al acercamiento, y a la vista de aquella ruina de coche que le entregaba, expresó su pesar por el exceso de trabajo, pero, no obstante, aseguró que haría todo lo posible para que dispusiera del coche en la próxima semana, además precisaba pedir algunas piezas de las que no disponían en La Encomienda, animándole al paso a que se pasara por el taller; que hablarían del pueblo, y él mismo le devolvería al hostal a tiempo para la comida. El ‘chincheta’ se había percatado de que se trataba del típico amigo o pariente ful que llegaba para dar el palo con una mano delante y otra detrás, eso sí, aprovechando su condición de paisano del antiguo matarife, y llena de proyectos su desestructurada mente, se convirtió en confidente del recién llegado. El mecánico sabía poco de lo que ocurría en “Zagala”, donde se le consideraba poco más que un apestado cliente, al que había que soportar debido a que la mayoría de clientes del taller entretenían la espera en la barra de la cafetería del hostal.