Martintxo - Capitán de la Marina Mercante. Mercenario en la guerra de Vietnam. Enero a Diciembre de 1971. Estudioso de la guerra de Indochina entre Vietnam y Francia de 1955, publicó sesudos análisis de la mano de Max Euren, capitán de la Marina Mercante francesa, que participó como oficial de artillería en aquella guerra colonial. Ambos coincidieron en Arenys de Mar entre 1986 y 1996 e intercambiaron sus experiencias en el Delta de Mekong, compartiendo la opinión de que el pueblo vietnamita era digno de admiración y respeto.
La foto se tituló "La ejecución de Saigón". El fotoperiodista Eddie Adams de Associated Press iba con el grupo y tomó la fotografía el 01/02/1968. El jefe de policía Nguyen Ngoc Loan disparó en la sien al preso sudvietnamita Nguyen Vam Lem (un pájaro de cuenta). Fue al inicio de la guerra de la guerra de Vietnam.
La foto se tituló "El terror de la guerra" y "La niña del Napalm", Kim Phuk de 9 años, y se tomó el 08/06/1972. Kim jugaba con sus amigos en el patio de un templo cuando cayó la bomba de napalm, corre con la piel abrasada cayéndose a pedazos. Existen dudas acerca de la identidad del fotoperiodista: Pudo ser Nick Ut o bien Nguyen Thanh Nghe, ambos fotoperiodistas de AP (Associated Press).
Estas dos fotografías copan la cabecera de mi primera historia vital, tras poner popa a mi país este otoño de 2025, e inundan mis abrasadas retinas desde entonces; no existían gafas de sol "graduadas" -como actualmente- y puedo asegurar que aquel sol era un asesino cruel -quizás nos lo merecíamos- los residentes en el Sudeste Asiático y los mercenarios que visitamos aquellas aguas: Singapur, Vietnam, Cambodia, Malasia, Filipinas, Tailandia e Indonesia (9 meses en Yakarta cargando "copra" -corteza de coco- saco a saco, así hasta 19.000 toneladas en el "Altuna Mendi"). Hoy y los próximos días hablaremos del petrolero de doble casco PAH, a bordo del cual quiso suicidarse Jose Luis tirándose desde el Puente de Mando a 18 metros de altura. Los ojos "rasgados" de aquella buena gente -no toda, claro está, pues hay miríadas de hijos de puta declarados, en Vietnam no hay muchos- son una defensa de la naturaleza, que les entrecierra los párpados para proteger sus máculas y retinas del sol abrasador, desde 2021 me operan de las dos retinas, recuerdo de aquel sol asesino: MER-OD y TVM-OI. En Vietnam los gringos inventaron el "napalm" para "abrasarles" todo el cuerpo, como hicieron con la pobre niña Kim Phuk. (Cuando mi móvil me pide el código PUK, me acuerdo de la niña). Volvemos a 1971, en mi caso con nostalgia, con 23 años, estaba casado y tenía una hija, Rouse; ganaba un montón de pasta y nunca abusé de ninguna vietnamita, eso sí, reí mucho con ellas. ¿Honestidad? ¿Miedo a las enfermedades de transmisión sexual? No lo sé, daba propinas y pagaba "coca-colas" y pescado frito del Delta, que nunca probé, por puro asco; nosotros barbacoas y hamburguesas, y latas de cerveza Budweiser, que era suave. ¿Qué era y para que servía aquella mierda de las cáscaras de coco...? Pues para base de los productos de alta cosmética... ¡Curioso, no!
Recuerdo la fecha; el 20 de Enero de 1971, la víspera de mi 23 cumpleaños y la fiesta de San Sebastián, "La Tamborrada", aquel año no pudimos ir a Donostia porque mi aitá había enfermado de los bronquios -que lo mataron a los 78 años- edad que estoy a punto de alcanzar en tres meses. ¡Mal fario! A media tarde me llamó José Luis desde Maliaño- Santander; teníamos que vernos para tratar acerca de un embarque arriesgado pero interesante, se trataba de abastecer de keroseno a la aviación USA desplegada en Vietnam. Invitamos a cenar a él y a su esposa, Mari Cruz, esa misma noche. José Luis era Jefe de Máquinas; habíamos embarcado juntos en dos ocasiones, siempre en buques de pabellón liberiano, conocidos como "barcos piratas". Llegaron a las nueve de la noche, con un cargamento de anchoíllas de Santoña.
La decisión a tomar era trascendental; en las manos copas de vino txakolí y anchoas de Santoña.
Sin llegar a expresarlo de viva voz yo ya había tomado mi decisión desde el primer momento en que escuché "Vietnam" y "Delta del Mekong", entre trago y trago, y a la espera de sentarnos a cenar, fui preparando cartas de navegación entre la Costa Este de EEUU y el área endiablada del Sudeste Asiático, junto a unos folios y varios lápices. Yo era aficionado a coleccionar "cartas de navegación" originales, corregidas cada cierto tiempo con "Avisos a los Navegantes" que "robaba" de a bordo siempre que podía, los más importantes y decisivos para la navegación oceánica. Las "Cartas Náuticas" las compraba en una librería de Barcelona.
A José Luis le habían llamado de una Agencia de Embarque de Coruña, el alemán que la regentaba era de fiar, un antiguo militar muy maltratado por el "nazismo"; buscaba dos oficiales jóvenes -de Puente y Máquinas- bragados en navegaciones de alto riesgo. Embarcaríamos en Boston (USA) a la mayor brevedad, provistos de uniformes de verano e invierno, y de impedimenta personal tropical, para una estancia a bordo de nueve meses, subrayo esto porque tuvo relevancia para José Luis cuando nos prolongaron el contrato en Octubre de 1971. En Singapur embarcaría un pelotón de ocho marines bajo el mando de un sargento, y procederíamos a Saigón, donde se llevaría a cabo la descarga del keroseno -50.000 toneladas- en medio de grandes medidas de seguridad, desde a bordo y desde tierra, con presencia de más marines en los pantalanes de descarga y helicópteros sobre el barco, de los que ya hablaremos más adelante, y antes de seguir con mi historia y con mis propias vivencias debo decir que el comportamiento del Ejército USA, en particular de sus soldados, fue impecable, obviando, por supuesto, la cuestión política; también hablaremos de ello; y de los soldados de Vietnam del Sur, no opino, cierto es que algunos eran verdaderas "bestias". Resulta obvio que no conocí a los soldados del Vietcong, miembros del ejército del Norte, al mando de Ho Chi Minh, reputado líder comunista.

Ho Chi Minh, el líder comunista más prestigioso, en mi opinión; de nivel intelectual y político igual o superior al del líder chino Mao Tse Tung.
Volvamos al salón de mi casa, frente a la playa de Ereaga; a nuestros cálculos de navegación.
La distancia entre Boston y Singapur es de 11.000 millas y entre Singapur y Saigón es de 760 millas, lo que hace un total de 11.760 millas náuticas; la velocidad de un petrolero medio de aquella época (50.000 TRB) era de 14 nudos (millas por hora), lo que supone 330 millas por día; es decir 35 días de navegación. A los que sumaríamos otros 35 días de regreso a EEUU; o lo que es lo mismo 70 días de viaje en redondo, a los que añadir la descarga del keroseno en Saigón con infinitas precauciones, una semana como mínimo; esos eran mis cálculos: 77/80 días el viaje completo; y, teniendo en cuenta que el contrato era de 9 meses, las estancias en Saigón serían 4, de una semana cada una, lo cual era perfectamente asumible; 200.000 toneladas de keroseno en 9 meses.
Pronto descubriríamos que el txakolí, las anchoas y la merluza al horno, nos habían hecho soñar.
Un marino profesional siempre está preparado y bien dispuesto para acudir a la llamada del armador en menos de 24 horas; su impedimenta siempre lista, normalmente a medias y a falta de completar ropa y calzado adecuados para diferentes climas, y los uniformes colgados de perchas, siempre desde la última llegada al hogar familiar. A la espera de recibir la orden de embarcar; los billetes de avión y las reservas de hotel en el mostrador de alguna compañía aérea, junto con el contrato, apalabrado telefónicamente con la agencia de embarque correspondiente, lo más duro para la familia eran las despedidas. Mi padre, médico y republicano condenado a muerte en 1941, solía decir que los marinos profesionales éramos ciudadanos universales y, por las características de la profesión deberíamos ser "célibes" y/o a resultas de cualquier relación sentimental -sin atadura alguna- en cualquier país, de diferente civilización o de diferente cultura. Conocí una muchacha en el puerto de Dávao (Filipinas) que lo expresaba divinamente con una frase corta, en su mezcla de inglés y tagalo: ¡Only for compañía". Mi matrimonio se rompió en 1986, con dos hijas.
Anecdotario: Con el fin de despejar la mente, excitada con recuerdos de hace varias décadas. En Tailandia estaba prohibida la prostitución, en aquel tiempo se muy castigaba duramente. Las muchachas podían subir a bordo como "vendedoras", con su chapa que acreditaba su condición; lo más usual era ser vendedora de Coca-Cola. El soldado del portalón, con una pinta de asesino que daba miedo, le franqueaba el paso, y la muchacha se presentaba en la puerta del camarote; pizpireta y con una sonrisa de pantalla de cinemascope, te decía: ¡My Coca-Cola! y si no te apetecía fornicar con aquella muñeca de 13 años, le pagabas la caja de 24 coca-colas y le dabas las gracias; si accedías a ella carnalmente, pagabas lo estipulado, además de las coca-colas, claro. La pobre tenía que volver a bajar la escala real del barco para recoger otra caja de una especie de triciclo a motor, donde le esperaba el hermano o el amigo; los proxenetas no podían acceder al puerto, para eso ya estaban los soldados de portalón.
El día 24 de Enero de 1971 volábamos hacia Boston desde el aeropuerto Madrid-Barajas.
Flota de petroleros y OBOS en línea Singapur-Saigón.
La mañana del 25 ya estábamos a bordo del "USS Oil Tanker PAH"; nos llamó la atención -poderosamente- que estaban "borrando" con soplete las letras en bajo relieve "USS" (United States Ship) y procediendo al cambio de bandera; entregaron la de USA al capitán, lo hicieron con mucho respeto, él la llevó a su camarote, y enarbolaron la de Liberia. Posteriormente supimos que la bandera de las barras y estrellas se entregó en Capitanía Marítima. Nosotros bajo pabellón liberiano, como siempre. Por cierto; el capitán, de 49 años, era un tipo "campanudo", buen profesional y excelente persona, fue un verdadero amigo con el que poder contar siempre; hablaremos de ello a lo largo de esta historia.
Bandera de Liberia; nación creada por los gringos en África Occidental; la idea de trasladar allí a los negros USA fracasó, y pasó a ser un paraíso fiscal.
Esa misma tarde, después de cenar -en todos los barcos se cena a las 18:00 horas, y se come a las 12:00 horas, un puto disparate- el capitán Nick nos puso al corriente de la misión, que no era, precisamente, la que habíamos "diseñado" en Bilbao, ni mucho menos; si soy sincero, prefería estar en Saigón que recorriendo aburrido los océanos Atlántico e Índico. Dormí muy bien aquella noche, muy cansados por el viaje y la tensión acerca de lo que nos esperaba.
El plan era el siguiente; haríamos la travesía de Boston-USA a Singapur, cargados de Fuel-Oil, con los tanques inertizados, se trataba de una experiencia desconocida antes entonces, de la que volveremos a hablar; allí, tras la descarga y el lavado de tanques con crudo, cargaríamos keroseno para Saigón, de las plantas de refino de Singapur, Ciudad-Estado que perteneció a Malasia hasta 1965. Singapur importa mucho crudo de Emiratos y Arabia Saudí, los refina y convierte en gasolina y keroseno, también gasóleo, y mantiene una industria petroquímica muy potente. Actualmente es uno de los mercados financieros más importantes del mundo, con 140 bancos operando en la ciudad. Su régimen político es una dictadura; a nosotros nos daba absolutamente igual, vivíamos a bordo y frecuentábamos los clubes más elegantes de los grandes hoteles. A mí me recordaba las novelas de Emilio Salgari que nos compraba mi padre de niños.
Singapur tenía una población de 2.000.000 de habitantes en 1972; hoy son 6.00.000 y es la ciudad-estado más rica del Sudeste Asiático.
Singapur mantiene estrechas relaciones comerciales con USA a la vez que lo hace con China.
En 1971 no era tan floreciente como actualmente; ello no obstante, había abandonado la Federación Malaya y su despegue económico era espectacular. EEUU tenía tres bases militares en Singapur, llegando a realizar maniobras militares conjuntas a partir del final de la guerra de Vietnam, a pesar de la expulsión vergonzante de los USA del Sudeste Asiático, zona líder hoy, en la era de la "Globalización", junto con el gigante chino. Es innegable que la globalización -tan denostada- por muchos occidentales egoístas, ha supuesto el progreso -como nunca se había soñado- para el Sudeste Asiático, para el bienestar de muchos millones de habitantes abandonados a su suerte durante siglos. Y más nos valdría estrechar relaciones con esos países, y, ya de paso, aprender alguna -no todas, claro- de sus costumbres y de algunos de sus valores.
Una de mis hijas visitó Vietnam y Singapur durante su viaje de bodas; a plena satisfacción.
En Singapur embarcó un pelotón de marines -7 soldados y 1 sargento- ellos de entre 18 y 20 años de edad y el sargento de unos 33 años, la mitad de ellos eran negros; esta sería la proporción étnica y de edad en los siguientes viajes. José Luis y yo volvimos a nuestros cálculos: El viaje en redondo Singapur-Saigón y vuelta a Singapur duraría entre 14 y 15 días, 5 de ellos de navegación, y entre 7 y 9 la carga del del keroseno en Singapur y la descarga en Saigón, esta se realizaba en pantalanes de madera a los que acoplaban grandes bombas para que fuera más rápida; la descarga era la operación que revestía verdadero peligro. Si hacíamos la cuenta; nos esperaban 17/18 viajes a lo largo de los 9 meses del contrato que habíamos firmado; lo de los 4 viajes Boston-Saigón-Boston había resultado ser una ensoñación, el "cuento de la lechera", en versión petróleo, claro.
Los pantalanes del Delta estaban rodeados de jungla y foresta por donde se infiltraba el vietcong.
Durante la maniobra de atraque al pantalán dos helicópteros "Bell UH-1 Iroquois" se situaban encima del barco y "ametrallaban" a discreción aquella tupida foresta en la se escondían francotiradores cuya misión era disparar contra las bombas y mangueras ya dispuestas en la cubierta del petrolero, y contra las bombas del muelle, una vez comenzada la descarga del keroseno.
Helicóptero BELL UH-1 IROQUOIS; tripulado por piloto, copiloto, y dos marines con ametralladoras calibre 50.
El ruido era infernal y los cascos resultaban inanes, no paraban de disparar hasta el atraque.
(A partir del amarre la protección corría a cargo de los marines de a bordo y los del pantalán)
(Teníamos prohibido hacer fotografías; si te pillaban te devolvían a Europa desde Singapur)
Los marines se relevaban cada viaje en redondo, el sargento lo hacía cada tres o cuatro viajes; eran unos tipos estupendos, en su gran mayoría disfrutaban con la comida de a bordo, y se ponían "morados" de cerveza. Ellos no podían saltar a tierra en Saigón; su misión era impedir que ningún vietnamita se acercara al barco, no se fiaban de los vietnamitas del Sur, a pesar de ser sus aliados. Se reunían dos o tres en uno de sus camarotes para fumar "maría", mientras el resto vigilaba el barco de proa a popa; los operarios de la descarga del keroseno les traían hamburguesas recién cocinadas y patatas fritas, a cambio ellos les regalaban bocadillos de chorizo, jamón y tocino, preparados por el cocinero griego; procedíamos de varios países: España, Grecia, Italia, y, curiosamente, Polonia; polacos huidos de su país y afincados en Grecia y Turquía, pacíficos pero bebedores contumaces, nunca llamé a un polaco para coger el timón en la maniobra de atraque.
Solo sufrimos un ataque; lo recuerdo como si fuera hoy, llegaron desde el río en una falúa de pescadores, y a punto de abordarnos con ganchos por la aleta de estribor, junto al timón, los abatieron nuestros marines desde cubierta; como premio alcanzaron la barca aquella con una granada y los restos se los llevó el río Mekong; no le dieron mucha importancia; una patrullera recogió dos cadáveres, no nos dijeron nada acerca del episodio, digno de piratas, pero el sargento Isak me dijo que los asaltantes eran sudvietnamitas, y añadió: ¡Drogados hasta las cejas! ¡Buscaban dinero! y añadió: ¡Hay que ser idiota! Su nombre era Isaac y era chicano de Nuevo Méjico, nacionalizado USA. A los 30 años recibió la Estrella de Plata por valor en combate. Estaba al mando de toda la operación de transporte y descarga del keroseno; Isak decidía sobre la utilización de los helicópteros y sobre el despliegue de marines a bordo y en los vetustos pantalanes.
El capitán del barco, Nick y el sargento de marines Isak eran inseparables: ¡Dos tipos formidables!
Durante la maniobra de atraque y el ametrallamiento del bosque-selva que rodeaba el pantalán a modo de hemiciclo, desde los dos helicópteros, a fin de eliminar posibles "francotiradores" ocultos en la maleza que podrían acertar de lleno con sus disparos o, peor aún, con los bazookas en las mangueras o en la bomba de descarga, llegando a producir la explosión del buque, por "simpatía" entre los diferentes tanques del mismo. En ocasiones nos veíamos obligados a descargar el producto en el Delta del Mekong, operación que llevábamos a cabo a través de "monobombas flotantes"; nos ordenaban "acoplarnos" a la monobomba cuando los pantalanes estaban en serio peligro.
En 1971 la guerra de Vietnam estaba a punto de finalizar, con la victoria del Vietcong.
Todo resultaba emocionante; en mi caso no miraba el calendario, solo pensaba en las salidas a tierra, en Singapur y en Saigón, este último era mi preferido, a pesar del riesgo de que nos tirotearan en una terraza, si bien, a esas alturas de la guerra, se protegían con mamparas metálicas. En bares y terrazas podía hablar con civiles sudvietnamitas, a cambio de invitarles a comida y bebida, o darles un par de dólares. Tomaba notas de lo que contaban, en un inglés macarrónico pero inteligible; la mayoría de ellos eran conscientes de que sus "hermanos-enemigos" del Norte se acercaban a la frontera de Vietnam del Sur; en 1971 habían sobrepasado HUE y DA NANG y se acercaban peligrosamente a BINH DINH.
Bazooka made in Vietnam. Era el arma que nos "aterrorizaba" a bordo; hacía que nuestros marines estuvieran "hiperactivos" durante la descarga.
En nuestras salidas a tierra en Saigón -muchos preferían quedarse a bordo y reservarse para "solazarse sin riesgo" en Singapur- éramos acompañados por marines del pantalán, con los que nos unían lazos de amistad fugaz y camaradería; también me dejaban tomar notas, a pesar de que la mayoría estaban desilusionados, sabían que la ciudadanía USA estaba -a esas alturas- en contra de la guerra, y que no eran bien recibidos en sus pueblos y ciudades cuando acudían de permiso, o licenciados. A pesar de tener mi misma edad, los veía como héroes, eran soldados especiales, muy preparados (algunos tenían 18 años) y con una valentía y arrojo superlativos. Como ya he dicho arriba, la inmensa mayoría fumaban "maría" (marihuana), y trasegaban cerveza a litros, lo cual no les impedía mantenerse lúcidos, hablaban mucho de sus familias, casi todos procedían de segmentos sociales deprimidos pero dignos; como ya he dicho, y todo el mundo sabe -"Apocalipsis Now", "La Chaqueta Metálica" y "Platoon", son mis preferidas- que muchos de ellos eran negros -hoy decimos "afroamericanos"- pude constatar que la camaradería entre "blancos" y "negros" era excepcional, no existía "segregación", más bien al contrario: ¡Amistades robustecidas! Hace un par de noches disfruté -por enésima vez- de la película "Platoon".
En Julio detecté signos preocupantes en la actitud vital de José Luis y no salía a tierra.
(El contrato de embarque nos vencía en Octubre: nueve meses a bordo del "PAH")
En las maniobras de descarga en Saigón o en el propio Delta del Mekong, todo el personal de máquinas debía permanecer en sus puestos, ya desde el inicio de la maniobra de atraque; a través de empalmes de las chuponas de gas inerte -rudimentario y casero- y desde portillos que abrían de forma irresponsable, escuchaban -atrapados, como me decía José Luis- los estampidos de las ametralladoras del 50 de los helicópteros que barrían el bosque. El motor principal en "Atención Máquinas", listo para "desatracar" el barco del pantalán en caso de ataque directo. Aquella situación de maquinistas, engrasador, el mismo "caldereta", electricista y limpiadores, resultaba estresante; muy diferente al resto de tripulantes, que, desde cubierta, podrían arrojarse al agua en cuestión de minutos, incluso de segundos, caso de producirse un incendio por deflagración del keroseno. Los de máquinas eran los "sufridores" y el estrés mencionado les pasaba factura, menos al Jefe de Máquinas, Franky, de Iowa, con su Magnum del 44 al cinto, y el marlboro en la comisura de los labios. A bordo fumaba todo Dios; o eras de Chester o eras de Camel, y muchos, además, fumaban "maría", regalada por los marines a algunos tripulantes.
Llegó Octubre y no aparecieron nuestros relevos; el contrato se prorrogaba dos meses más.
Una noche, de vuelta a bordo tras cenar hamburguesa con patatas fritas y beber cerveza helada -cena a la que no acudió José Luis- me lo encontré en mi camarote, sentado a los pies de mi cama; dijo que me estaba esperando. Estaba realmente hundido, su aspecto era de desvalimiento - yo había navegado con él en zonas conflictivas como Angola, Congo Zaire y Nigeria - me habló de pensamientos autolíticos, el que le obsesionaba era el arrojamiento al vacío desde el Puente del barco, para producirse lesiones que obligaran a la compañía naviera a enviarlo a España; el suicidio -como pude comprobar años después- no era práctica habitual a bordo de los buques, pero tampoco resultaba "anormal", la práctica más habitual consistía en arrojarse al agua desde la popa del barco de madrugada; se les echaría en falta varias horas después, durante el desayuno, esta práctica se tuvo en cuenta por los guionistas de la película "Titanic" dirigida por James Cameron; la espectacular escena de Rouse (Kate Winslet) y Jack (Leonardo Di Caprio) en la popa del trasatlántico.
Utilicé el argumento que me pareció disuasorio; el estigma que quedaría en su familia de por vida.
(Argumento que me he visto obligado a utilizar otras dos veces en mi vida profesional y social)
El buque "Ciudad de Sevilla" embarrancó en la costa de Palma en 1982, por una caída del sistema eléctrico que lo dejó sin gobierno. El capitán fue relegado al ostracismo, el protagonismo de la versión oficial corrió a cargo de un oficial inexperto y dócil que fue ascendido a Inspector al poco tiempo. Años antes, desde la popa del buque se arrojó al mar de madrugada, en ruta Barcelona-Palma, el marido de una famosa cupletista del "franquismo", aquella noche mandaba el buque LM, el mejor capitán de Trasmediterránea en aquella época; al parecer el suicida padecía una fuerte depresión. Al amanecer se inició la búsqueda, nada se pudo hacer, habían transcurrido varias horas desde el arrojamiento. La foto es cortesía de Laureano García Fuentes.
Anecdotario, con el debido respeto a los aludidos: Un suicida sudamericano de madrugada; una variopinta presencia de homosexuales a bordo (se decía maricones) que ejercían de camareros -los mejores profesionales de la fonda que he conocido); "mulas" a las órdenes de grandes "narcos"; y miembros muy peligrosos de ETA enrolados como marineros, en una naviera que no puedo identificar, durante mis 21 años como Piloto y como Capitán en la Mercante. Pero volvamos a Vietnam, tiempo habrá de contar más historias, siempre con la debida ocultación de identidades. En los grandes yates he conocido a Javier de la Rosa, al juez Estevill, y a toda una patulea de "corruptos", incluido Mario Conde, un mierda, y su adorable esposa Lourdes (que Dios la tenga en la gloria), en Cala Saona, que los empresarios catalanes corruptos, de la cuerda de los hijos de Jordi Pujol, denominaban "La cala de Mario Conde", fue en esa cala donde sus doce tripulantes canadienses lo dejaron tirado por déspota; ya habrá tiempo de reírnos de aquella gente; la mayoría pasó por la cárcel. Si los catalanes "de la seva" decentes conocieran el huevo de la serpiente del "independentismo", a buen seguro que muchos se "desapuntaban". Cierto es que Puigdemont no pisó aquella mierda, pero hoy es el puto paradigma de la amargura y del rencor; y cierto es que su portavoza en el Congreso destila odio a raudales. Nosotros abandonamos esas aguas en el 2018, y no hemos vuelto a transitarlas. Eran muchos, solo he citado a los famosos que fueron personajes públicos. El resto aparecerá en su momento con iniciales y algo de ficción para despistar; pido perdón, olvidé decir que desayuné dos veces con Rodrigo Rato, rodeados de amiguetes de Jordi Pujol, en Marina Botafoch (Ibiza); nunca entendí como llegó a ser nombrado Director General del FMI semejante capullo.

Velero "Alejandra" propiedad de Mario Conde, conocí al matrimonio en el restaurante "Flanigan" de Calviá (Mallorca), frecuentado por el hoy "Emérito".
En el momento actual la desafección hacia el "independentismo" catalán, en especial hacia JUNTS es brutal; Puigdemont empieza a ser un "apestado político" y su portavoza -de rasgos equinos y absolutamente antipática, diría que una perfecta "borde"- y mi impresión es que entre los españoles ha habido un cambio sustancial y definitivo; los "indepes" son agua pasada, ya no "odian" a los catalanes, simplemente los ignoran, es más importante lo que ocurra en Andalucía o en Castilla que en Catalunya; y, en concreto, a Puigdemont y su camarilla los "desprecian" de forma olímpica. La Nogueras ha conseguido "dañar" la lengua catalana, suscita rechazo al catalán cuando abre la boca en el Congreso con "chulería" y malos modos, habría que saber lo que piensan en su propio partido sobre esta pobre mujer, que si se mordiese la lengua... se infectaría. Puigdemont -en el maletero- quemó las naves. Y, para más joder, no sabe reconocer que no irá a la cárcel, o no morirá en el exilio cobarde, gracias a Conde Pumpido, presidente socialista del Tribunal Constitucional. Si bien es cierto que el "agradecimiento" no es virtud que adorne el pecho de los catalanes, siempre ocurre entre aquellos que se creen "superiores" a los demás. El independentismo entona ya el "Canto del Cisne". Y se lo debemos a Puigdemont... ¡Quién lo hubiera dicho en 2017! ¿Qué me dicen del pobre Turrull, incapaz de superar el trauma post carcelario? ¿Y del gordo Junqueras? ¿Y de la siniestra CUP y sus militantes tabernarios? El "cobarde" Puigdemont no se atreve a votar una moción de censura contra Sánchez de la mano de PP y VOX; su estrategia pasa por "romper" los pactos con los socialistas y que sean éstos quienes adelanten las elecciones, para ello presentan reivindicaciones que saben que no está en manos de Sánchez el aceptarlas, ya que algunas dependen de Europa y otras resultan ser claramente "anticonstitucionales". ¡Puigdemont, envuelto en una senyera que ya no es suya, muere definitivamente, matando a Pedro Sánchez, que pasará a la historia de España como un gran político, y él lo hará como un cobarde traidor despreciable a la de Catalunya!
Las últimas encuestas fiables "arrebatan" a JUNTS la mitad de sus diputados en Catalunya: ¡Pasan de 33 a 15! ¡Muerte súbita! Podemos pasar página del "1-O"... ¡cuando nos sentíamos catalanes!
Volvamos a Vietnam; yo era más feliz entonces, a pesar del riesgo que conllevaba abastecer a uno de los ejércitos en contienda, por el cual sentía admiración. Pero la situación "anímico depresiva" de José Luis me tenía preocupado. Hablé con el capitán Nick y, juntos, encontramos una solución para afrontar los dos meses que nos quedaban hasta finalizar la prolongación de nuestro contrato.
En todos los barcos existe lo que denominamos "el camarote del armador"; se trata de una especie de "camareta" especial, tipo "suite" para uso exclusivo del armador o de alguno de sus familiares o invitados VIP. La cabina de lujo dispone de todos los servicios que pueda ofrecer una suite de hotel. Normalmente no se utiliza, salvo cuando se produce un "relevo" de capitanes y ambos "conviven" durante varios días a bordo, normalmente se hace para poner al "nuevo" al corriente de las características del barco, si es "nuevo" en la compañía, o en el manejo de dicho barco.
Nick nos cedió ese camarote doble, salón y baño, para que acompañara y "vigilara" a José Luis.
Los meses de Noviembre y Diciembre los dediqué al acompañamiento de mi amigo; seguía siendo un maquinista competente, volvió a salir conmigo y los marines "festeros" que siempre nos acompañaban, por seguridad y por las generosas invitaciones y propinas. El 22 de Diciembre de 1971 celebramos la despedida en el local de "Mama Sun Huey", de Singapur, tenía un potente sistema de aire acondicionado.
El día 23, sin dormir, volamos en un DC-4 SC a Madrid, llegamos a Santander y Bilbao el 25.
Toda mi ropa y calzado de deporte es "Made in Vietnam" ¡In memoriam!
Nota del autor: José Luis nunca volvió a navegar, consiguió un puesto de directivo en una fábrica francesa de automóviles radicada en España; hoy tiene 81 años de edad y se encuentra bien de salud, con dos hijos ya mayores y tres nietos. Nunca perdimos el contacto, a pesar de mi aislamiento de la última década. Vietnam marcó nuestras vidas, si bien lo hizo de diferente manera.