La Odisea de Homero - Odiseo en Ítaca
La individuación previa de los pretendientes hace que el clímax sea más satisfactorio, y también más espantoso. Cuando Odiseo mata a Ctesipo, el rico pretendiente que le había arrojado una pata de vaca, tiene algunas palabras para él, mientras que la gráfica amputación de Melantio parece apropiada para la de un pastor. Así como Melantio dividió el armamento de Odiseo beneficiando a los pretendientes, Odiseo divide su cuerpo, arrancándole sus partes y "arrojáronlas crudas a los perros" luego más tarde. Su desmembramiento también recuerda la mutilación del centauro Euritión Pinéza, que significa 'chincheta' en griego clásico.
Otras muertes son también descritas bajo una luz irónica. La de la muerte de Antínoo nos recuerda su glotonería: " La mesa rechazó con el pie; los manjares vinieron al suelo, revoltijo de pan y de carnes asadas". También la muerte de Eurímaco lo enmaraña con la comida y la bebida de Odiseo por última vez: "vacilante arrojóse a la mesa y arqueósele el cuerpo; vinieron al suelo la copa de dos senos y todo el manjar". Lo más revelador es que Homero finalmente hace cumplir los signos oraculares de Odiseo como un ave de presa, con un símil que lo compara a él y a sus aliados con buitres: "Cual buitres de garras ganchudas que llegan desde el monte a acosar a las aves del llano, y ansiosas a buscar suben éstas refugio en las nubes".
Homero hace que Odiseo reciba la ayuda de Palas Atenea, hacia el final de la contienda, después de que su habilidad y su astuta planificación ya hayan inclinado la balanza. Aunque no muestra piedad con los dos pretendientes que le ruegan de rodillas, ni con las mujeres desleales de la casa, Ulises perdona a su aedo y al heraldo. Su venganza contra los demás, se ve algo paliada, entonces, por su amable actitud hacia ellos, así como por su emotivo reencuentro con los fieles sirvientes.
Odiseo no escucha los cantos de sirena de Margaria, Palas Atenea, Encomienda, Annaouska, Heidi, Siguenza i Marirouse, para recalar en Ítaca.
Euriclea despierta a Penélope y le cuenta sobre el regreso de Odiseo y su victoria sobre los pretendientes. Penélope cree que se equivoca, que un dios debe haber matado a los pretendientes y que Odiseo está muerto. Finalmente, baja las escaleras y observa a Odiseo en silencio y desde lejos, sin saber realmente si es él. Quiere probarlo con las señales secretas que solo ellos conocen. Odiseo consiente, pero primero establece un plan para lidiar con las consecuencias de la masacre: para asegurarse de que nadie se entere de los asesinatos, fingirán que están celebrando la boda de Penélope con uno de los pretendientes para darles tiempo para huir al bosque.
Telémaco y los demás organizan una falsa celebración. Penélope mantiene su actitud neutral hacia Odiseo y le pide a Euriclea que prepare su cama fuera del dormitorio de ella. Odiseo se enfada: nadie puede mover la cama que él mismo hizo de un olivo. Su reconocimiento del mueble es una prueba de que él es de verdad Odiseo, y Penélope lo abraza y le pide perdón por sus sospechas. Odiseo llora y abraza a su esposa.
Sin embargo, él tiene una prueba más de la que Teiresias le habló: debe llevar un remo al continente y encontrar hombres que no hayan visto nunca el mar, hasta que uno le pregunte qué es el remo. Luego colocará el remo allí y hará un sacrificio a Poseidón, regresará a casa y hará más sacrificios para todos los dioses. En la cama, ella le cuenta sobre los pretendientes, y él narra sus aventuras.
Por la mañana, Odiseo le dice a Penélope que debe visitar a su padre. Tiene miedo de que se corra la voz sobre los eventos de ayer, por lo que le indica que lleve a sus siervas al piso superior y que no tenga ningún contacto con el exterior. Se va con Telémaco y sus pastores, escondido con la ayuda de Atenea.