domingo, 22 de mayo de 2022

'La Saga de La Encomienda' - La Mancha - MLFA 2015 - (086-088)

MLFA, autor
"Las uvas de la ira" - Viñedos de Oklahoma.

En La Encomienda no se planteó el problema; todo el campo fue vendido a agricultores emprendedores de la comarca y la localidad dejó de pertenecer al sector primario para pasar de golpe al terciario, con el consiguiente vértigo. El secundario, es decir la industria, pasó de largo, consciente la poquísima empresa que se acercó a esta planicie de que no era bienvenida por considerar sus responsables políticos que industrializar ponía en peligro sus cargos, amen de las prebendas inherentes; este slogan de Industria: ¡No, gracias! se pagaría muy caro.

El argumento recurrente en Europa era la sobreproducción agrícola y ganadera, argumento convincente, pero el reparto de los fondos fue totalmente injusto, si tenemos en cuenta que la consigna del gobierno socialista español era la de no industrializar Castilla La Mancha, Extremadura y el interior de Andalucía. Las ciudades y pueblos de la costa andaluza se beneficiarían del turismo, industria en auge. No solo no hubo industrialización sino que se fueron desmontando, con los años, grandes empresas dedicadas a la minería del carbón y vendiendo las almazaras a los italianos, que colocarían nuestro aceite en los mercados internacionales, especialmente en los EEUU, pegando, simplemente, sus etiquetas de marca en las botellas.

Otro tanto ocurrió con el vino, comprado a granel por riojanos y franceses, como base para sus propios caldos. Otro tanto podríamos decir de la ganadería ovina autóctona; habría que esperar al nuevo siglo para que los gobernantes, que seguían siendo socialistas, se tomaran en serio industrias básicas como la agropecuaria y procedieran a su modernización, también a la comercialización de nuestros productos en el exterior.

Nuestra Saga no entra en consideraciones económicas, es obvio que no le corresponde, pero a nadie se le escapa que la economía, sea macro o la de andar por casa, marca y delimita a la sociedad, en este caso a la castellano-manchega, que ha venido en conformarse con industrias reducidas y en muchos casos contaminantes, que eran rechazadas en otras zonas del país, y La Encomienda era un claro ejemplo.

El paternalismo no era inherente a los negocios de la familia Expósito, estaba extendido por todo el tejido empresarial, si bien es cierto que no en la medida del complejo hostelero Zagala’s que hacía caso omiso de la legislación sociolaboral del sector. Los trabajadores, como antaño, seguían sin cursar alta en la Seguridad Social, desconocían los convenios colectivos, que no les serían aplicados, y los horarios de trabajo alcanzaban como norma las doce horas diarias, a veces catorce, es decir, el tiempo extraordinario era habitual, no percibiendo remuneración por el mismo.

Muchas empresas, incluidas las fetén, que estaban al corriente en obligaciones de corte social para con sus empleados, pagaban a éstos unos salarios de miseria; a cambio, hacían la vista gorda cuando les veían ojerosos y cansados debido a su trabajo complementario en la atención a sus majuelos (pequeñas viñas) o bien en el cuidado y recogida de la oliva y de pequeños huertos y animales. Este pluriempleo era tolerado por las pocas empresas instaladas en la zona a cambio, como hemos manifestado, de salarios de miseria; el resultado fue que, a pesar de reducir sus gastos corrientes, particularmente en el coste de los recursos humanos, la productividad se resentía, algo que deberían haber previstos estos empresarios de miras muy cortas; y, en definitiva, las empresas terminaban marchando a otras comunidades.

Aquellos trabajadores que no eran propietarios de majuelos u olivas se ofrecían como fuerza de trabajo durante los fines de semana, o en días vacacionales a otras empresas de la propia comarca, especialmente a ciertas industrias contaminantes, cuyos hornos no paraban en todo el año. El resto de trabajadores por cuenta ajena, que no eran pequeños propietarios de tierra o que no podían acceder al pluriempleo de fin de semana, era pasto de hosteleros sin escrúpulos que los empleaban como mano de obra extra para cubrir la sobrecarga que suponían eventos como bodas, bautizos o comuniones, también grupos de empresa en determinadas fechas.

Hablamos de empleos de subsistencia y espejismo, de la nula cultura del ocio familiar y mucho menos de participación en la vida política, siquiera a nivel de información, de lo cual eran muy conscientes los dirigentes socialistas que pastoreaban y manipulaban estas tres comunidades, que suponían la cuarta parte de la población española. Sin olvidar la influencia de la Iglesia en esta región, absolutamente nefasta y reprobable, siempre, y hablamos de décadas de régimen socialista, caminaron de la mano de éstos; pero no solo en todas las procesiones, cruces de primavera, Corpus, santos viejos y jóvenes, bendición de animales, celebraciones eucarísticas, y patrones de todos los pueblos; sino también en los grandes despachos, donde se acordaban subvenciones y dádivas, en claro desafecto del laicismo, que, en nombre y representación de la ética, está por encima de todas las religiones, incluida la católica, que tiene su lugar en la sociedad, sin tener que maridarse con el poder político, de ninguna de las maneras.

Varas de alcaldía y báculos, ternos azules y casullas blancas, las mitras; el conjunto resultaba cómico, un 'deja vu' de la iglesia del franquismo pero en épocas de modernidad, esto último era mera teoría por estas tierras, aferrados sus habitantes a costumbres ancestrales por ignorancia congénita o adquirida de sus mayores que ya no estaban con nosotros; y todo ello revestido de dignidad por parte de los vecinos; en ningún caso por el clero fantasmón e iletrado, y mucho menos por políticos de aluvión situados en este nuevo socialismo diletante, como correspondía.

Debemos tomar nota de algo que, aún siendo conocido por el común de la gente, no se valora lo suficiente; llamaron hermandades (de labradores y ganaderos) a las asociaciones de los agricultores, término eclesiástico por antonomasia; pero aún hay más, a las asociaciones de los pescadores, les llaman cofradías, otro término de denominación de origen católico. No es una cuestión baladí; las tres comunidades del sudoeste español, ancladas en el pasado, utilizan el lenguaje más arcaico, el que ya no se utiliza en las comunidades más boyantes y progresistas, lo cual es indicador del atraso que sufren.

Vayamos de nuevo a repasar, siquiera sea de una forma somera, la historia de los países que hoy son la vanguardia del progreso a nivel mundial; en la crisis de los años ‘30’, cuyo epicentro fue EEUU, la región más deprimida era Oklahoma, hasta el punto de que el apelativo ‘oki’, con el que se conocía a los habitantes de aquella gran comunidad estadounidense era claramente despectivo y vejatorio, la región tenía, entonces, grandes similitudes con Castilla La Mancha, al ser agrícola y vitivinícola, y sus habitantes eran de carácter reservado y de cierto sumisos, que se vieron obligados a emigrar, igual que hicieron castellano-manchegos en los ‘60’, también en los ‘70’ y en los actuales años ‘80’ de nuestra narración, abandonando majuelos y extensos campos de cereales que no les rentaban los mínimos de subsistencia.

Hoy Oklahoma es el tercer Estado de los USA con mayor renta per cápita y líder en sectores tan vanguardistas como la aviación, la energía, las telecos y la biotecnología. ¿Quién da más? nos atrevemos a preguntar; tiene competencias en sanidad y educación y trata de ser el número uno de EEUU en esas dos materias, convencidos de que son el motor del progreso, ya demostrado fehacientemente en su territorio.

No cabe duda de que, además del coraje y del esfuerzo de los propios okis, influyeron sus gobernantes, punta de lanza de aquél desarrollo, que comenzó, precisamente, en la década de los ‘80’; la del enriquecimiento de los “Zagala”, a base, claro está, de la explotación laboral de hijos de La Encomienda y pueblos vecinos; nada que ver con aquellos okis de Oklahoma, que aprendieron de la explotación de que habían sido objeto, en los años posteriores a la ruina que produjo el colapso de la economía USA en los años ‘30’, conocida como la Gran Depresión.

Las Iglesias, anglicanas y evangelistas, estuvieron al lado de sus fieles, en la oración de común, también en el consuelo y acogimiento de los perseguidos por la policía, ello debido a que, para poder alimentar a sus hijos, hurtaban frutas y verduras de las ricas huertas californianas, en el camino hacia el Dorado que perseguían, huyendo de la miseria, hemos dicho arriba ruina grande, de su Castilla particular, la Oklahoma que, cincuenta años después, comenzaría un despegue económico y social que actualmente es un motivo de admiración y hasta de envidia por parte del resto de Estados USA.

Lo hicieron en homenaje a sus padres, algunos de vuelta ya a su tierra; y a quienes quedaron en el camino, desgraciadamente. En Castilla La Mancha falló, a diferencia de aquellos dueños de majuelos embargados por los bancos sin contemplaciones y expulsados de sus viviendas, situadas al costado de las vides, el sentido de pertenencia a, base de la autoestima necesaria para emprender acciones que nos conduzcan al éxito y garanticen el futuro de nuestros hijos. Y fallaba, téngase muy presente, un pseudo socialismo mendaz, dirigido por aquel inefable Bono, ocupado en meternos los retretes dentro de las viviendas, a fin de evitar cistitis ocasionadas por los hielos de amanecida; don José, en palacio, se encontró el retrete dentro y el bacín bajo la cama con dosel, dormitorio que, muchos años después, se negaría a utilizar una tal Dolores de Cospedal.

A la reunión promovida por María en “Zagala II” se unieron Isidra, la hija mayor de Demetrio y su marido, Teodoro, chófer personal del patriarca y hombre de confianza dentro del clan de los Expósito; la principal resolución que tomaron de consuno los tres matrimonios fue la de ayudar económicamente a Nemesio para que se hiciera con algún traspaso de local donde instalar su propio bar dentro del casco urbano de La Encomienda, de forma que no volviera a aparecer por “Zagala”, ya que la familia quedaría muy comprometida de enterarse el sacristán de la ermita del Nazareno de cuanto sucedía con la mujer de su desgraciado recomendado, entregado a la custodia y protección del propio Demetrio, él fue quien solicitó prestar ayuda a los necesitados.

Hombre desprotegido que desconocía las cuatro reglas, viniendo el bueno de Nicolás, como era el caso, de la pobreza y de la necesidad más perentorias y agravada su situación por la condición de padres de un niño, que Alicia abandonaba en manos de una vecina zarrapastrosa para atender sus contactos ilícitos con Nemesio, quien, al no percibir más allá de algún que otro paquete de alimentos básicos distraídos en los “Zagala”, terminaría contando cuanto acontecía entre aquellos amantes adúlteros; la pobre desgraciada no podía verles en acción, claro está, pero escuchaba ayes y gemidos de placer de la hembra, y comprobado el grande desorden que reinaba en la habitación, incluidos profilácticos usados en el suelo, junto a los zapatos de tacón que calzaba la guarra aquella que también procedían de óbolo de su fogoso amante.

Para la operación de búsqueda de local adecuado confiaron en Teodoro, a quien se encargó la vigilancia de Nemesio; Diego se desentendió del problema al ser aquel truhan familia de su mujer, e Isidra bastante tenía con preparar la boda de su hija, preñada por el chico con el que salía hacía ya un par de años, era de un pueblo de Jaén pero trabajaba en la gasolinera de la carretera y se mostraba reacio a colocarse en “Zagala”, tal y como le sugería la muchacha a menudo; estas deserciones por parte de nuevos miembros de la familia no eran recibidas nada bien en el clan, el miedo a que fueran del dominio público su organización y sistemas de funcionamiento era atávico entre los Expósito. Ahora se trataba de organizar otra boda, que a la larga resultaría muy inconveniente, como todas las uniones arregladas en aquella familia, que llegarían a desarreglo con muertes por caída al vacío e intentos de homicidio frustrados que dejarían graves secuelas de por vida en alguno de sus miembros.

Isidra estaba desbordada, a pesar de su naturaleza íntegra y poco o nada dada a la queja, ya que luchaba contra el tiempo, no solo por el embarazo de su hija mayor, Luisi, sino porque aquel zopenco tenía ya cita para cumplir con el servicio militar, debiendo incorporarse a un campamento próximo a Algeciras, del que resultaría sorteado a regulares de Ceuta, quizás fue allí, en aquel reconocido y comprometido cuerpo de élite, donde Manolo aprendió técnicas de intrusión que tiempo después le conducirían a una muerte prematura. La Luisi, la mayor de los nietos de Demetrio, era emprendedora como su madre y se dispuso a cuidar de la criatura que llevaba en el vientre, dejando para la vuelta de la mili de su futuro esposo, la labor de zapa que serviría para convencer al muchacho de las ventajas que supondría trabajar en “Zagala” en condición de familiar directo de los dueños, quedaban dieciocho largos meses por delante.

- ¡Eulogio! dime, el ‘chincheta’ atendía el teléfono del taller en ausencia de su propietario, ¿cómo va todo? creía que tendrías ya un automóvil nuevo y prescindirías de nuestro taller, cuéntame como te va todo, ya tengo en mis oídos que vuestro viaje de bodas resultó un éxito.