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La magistrada Luz de Gas coordina la información judicial en los grupos de correos
Hay manchas que requieren la utilización de varios productos diferentes para su desaparición; esto es constatable (también) en política, a pesar de que hay manchas ‘indelebles’, como las provocadas por Pujol y su familia utilizando el seudónimo ‘CDC’ (Convergencia Democrática de Catalunya). A diferencia del ‘PP’ que sigue siendo sinónimo de corrupción y cuyos dirigentes se sienten muy orgullosos de su gaviota (ave incomestible donde las haya); los catalanes de derechas, agrupados otrora en torno a ‘Convergencia’ (otros decíamos ‘Conveniencia’) han apostado por dinamitar las siglas. Como siempre ocurre, una demolición se realiza en diversas fases para conseguir una detonación sorda que lleve a colapso y evite la deflagración generalizada, con el riesgo que ello conlleva. En lenguaje coloquial; se trata de provocar una ‘implosión’, o lo que es lo mismo: una ‘explosión’ interna (que no caigan los cristales al exterior). En las películas y documentales sobre terrorismo se habla de ‘detonación controlada’.
En una primera fase se hizo desaparecer el acrónimo “CDC” de ‘Convergencia’
Tuvo consecuencias; los padres ya no ponen a sus hijos el nombre de ‘Jordi’, el más usual en la Transición y durante el ‘pujolismo’. También declina el nombre ‘Artur’, que, desde siempre, ha sido raro en Catalunya. Vuelven a estar de moda – al igual que en Euskadi – los nombres utilizados en los siglos XVI a XVIII, muy parecidos a los que dedica la Toyota a sus modelos más recientes.
Apareció ‘PDeCat’ (Partido Demócrata Catalán); cuyo acrónimo resulta difícil de escribir y no es muy original, ya que es obligado que un partido sea demócrata y lo de catalán es obvio, aunque los de ‘Convergencia’ tenían el dinero (robado) escondido en varios países, por ejemplo: 'PDeAnd' (Partido Demócrata Andorrán).
Fue Puigdemont el primero en darse cuenta de que no colaba y menos con la boba de la Marta
Carles Puigdemont registró la marca ‘Junts per Cat’ (Juntos por Catalunya), en un intento desesperado e inteligente, de quitarse de encima el pelo de la dehesa de los herederos de Jordi Pujol y Artur Mas, a este último ‘Azuer Diario’ lo bautizó como ‘Artur Menos’. De Artur Menos, el copríncipe de Pujol, solo destacaba la prominente mandíbula, que, por cierto, resultó ser de cristal. También destacaba la ‘herencia’ de su padre (como en el caso de Pujol) en paraísos fiscales.
‘Junts per Cat’ buscaba la transversalidad (que está de moda, no confundir con transexualidad), de forma que la antigua ‘Convergencia’ terminase diluyéndose. Carles creyó que ‘Junts per Cat’ haría desaparecer el soso y aburrido postconvergente ‘PDeCat’ pero no lo consiguió; lo impidieron los diputados ‘pujolistas’ de Madrit, que no estaban por la labor. Se ha limitado a engullirlo, como Jonás en el vientre de la ballena. En el ‘PDeCat’ mandaban mucho Campuzano ‘el insípido’ y Marta Pascal ‘la bleda’ (en castellano acelga), que es así como se les conocía en ambientes convergentes.
Mientras Pascal y su compañera se sujetan el labio, Campuzano convence al otro de que con Pujol vivían mejor. |
Además de atraer a ‘Junts per Cat’ a miles de catalanes que no comulgaban con ‘Convergencia’, el nuevo partido – o movimiento socio político – trataba de ‘apear’ del espacio político de centro derecha a los ‘convergentes’ enquistados en el ‘PDeCat’, gente que acepta ‘Junts per Cat’ porque no les queda otro remedio; gente que sigue siendo fiel a los postulados de Pujol, a pesar de que es un sinvergüenza que se ha salvado de la cárcel por todo lo que sabe del Estado español, especialmente por todo lo que sabe de Juan Carlos II y de Felipe González.
Posteriormente aparece ‘La Crida’, también de la mano de Carles Puigdemont, uno de los pocos ‘convergentes’ impoluto, uno de los pocos que no se benefició del saqueo de Catalunya llevado a cabo por Pujol y los suyos.
‘La Crida’ es la nineta dels seus ulls de Puigdemont; el nombre suena mejor que ‘Junts per Cat’
‘La Crida’ cuenta, en estos momentos, con más de 50.000 asociados (o como queramos llamarlos); es transversal, como ‘Junts per Cat’, y significa un paso final en el proceso de demolición de ‘Convergencia’. Todavía no navega a velocidad de crucero; los acontecimientos políticos discurren a tal velocidad que no se puede prescindir de ‘Junts per Cat’, ni tan siquiera del ‘PDeCat’, instalado en el cuarto de servicio con derecho a retrete y plato de ducha (sin bidet, claro).
El último en aparecer - intrascendente - ha sido ‘El país de demà’ o grupo de Poblet
En el logo de CDC aparece la sonrisa cínica de Jordi Pujol Soley, el del trabuco. |
Se trata de un grupo de ‘pujolistas’, extirpados de la dirección del ‘PDeCat’ por la gente de Puigdemont; liderados por el ex diputado Campuzano (tan contento el hombre en Madrid) y la ex secretaria general del PDeCat, Marta Pascal, buena chica, un poco cortita, políticamente hablando.
Me recuerdan a Felipe González, su lema es: Independencia: ¡de entrada no!
Han juntado 150 hombres y mujeres descontentos en el ‘PDeCat’, ‘pujolistas’ todos ellos, que rechazan el ‘independentismo’, y buscan recuperar la vía autonomista. El encuentro ha tenido lugar en el monasterio de Poblet, liderado por los arriba citados: Campuzano y Marta Pascal; reniegan del Procés y de la vía unilateral. La información que nos llega del encuentro de Poblet hace referencia a una jornada sin contenido político, una exhibición de nostalgia respecto de Convergencia y ninguna referencia a la gravísima corrupción del ‘Pujolismo’ y CIU.
En el recuerdo; las grandes amistades que hicieron en el Congreso de los Diputados, nada más