domingo, 19 de agosto de 2018

Vacaciones sin niños ni perros: ¡regulación hoteles y apartamentos!

MLFA 
Marbella 

Los países del norte de Europa están planteando ante la Comisión Europea una directiva que permita la prohibición de acceso de niños y perros a algunos hoteles y urbanizaciones de apartamentos turísticos; como aval a la moción presentan decenas de miles de reclamaciones que han sido presentadas por clientes, de grandes cadenas hoteleras y urbanizaciones de apartamentos, en países como Grecia, Italia, Francia y España. La situación empieza a ser insostenible en centros turísticos de España e Italia. En Europa; Benidorm, por ejemplo, aparece coloreado de rojo, y Marbella pierde glamour a chorro, igual que los grandes centros turísticos del sur de Francia y de Italia. Las grandes capitales del ocio y reposo vacacional (ambos son compatibles, al menos, debieran serlo), se plantean ya restringir el acceso a los turistas de bañador y chanclas; de hecho se observa un repunte del modelo ‘camping’ y del de las grandes superficies para ‘autocaravanas’; y se estudia dotar estas instalaciones de medidas de seguridad, no contra posibles ‘intrusos’, que también, sino ‘contra’ los que estén allí ‘alojados’

Clientes que no concilian el sueño hasta la madrugada y se quedan sin siesta 

La ‘democratización’ del ocio, por mor del abaratamiento de estancias en hoteles y apartamentos turísticos privados, permite el acceso de la clase trabajadora al disfrute vacacional, algo que, en principio, debiera hacernos sentir legítimo orgullo de clase a quienes consideramos que el proceso de ‘socialización’ debe ser integral, lo que incluye el ocio y merecido descanso de millones de familias en establecimientos de hostelería, ya sean hoteles, o bien otro tipo de comunidades que comparten servicios. El resultado, por desgracia, ha sido la llegada de los 'hunos', y se llevan la hierba en las chancletas.

Aumenta el número de turistas que prefieren las piscinas municipales y las solicitan en el hotel

Las que les corresponden (del propio hotel o comunidad de apartamentos) son ‘albercas’ de agua caliente densa por el volumen de orines que contienen desde media mañana. 

No parece un modelo acertado, mucho menos adecuado, a la sostenibilidad del sistema; este abaratamiento se consigue reduciendo plantillas, incluido el personal de seguridad, prácticamente inexistente; y pagando sueldos de miseria (se utiliza el eufemismo de ‘precarios’), que conllevan desmotivación laboral y consiguiente abandono del servicio y del control debidos a que vienen obligados los responsables de establecimientos hosteleros. 

Los niños campan por sus fueros y sus padres no los controlan, los sueltan sin bozal con patinete 

Marbella compite con Benidorm en el modelo de turismo-cutre; los de antes están en Montecarlo, no vuelven.
Nos queda Jose María (llámame Josemari) Aznar y familia

Ítem más, si algún cliente (sobre todo de apartamentos) se dirige a los progenitores de niños y/o propietarios de perros, puede salir malparado; y si se dirige a recepción del hotel o a la comunidad vecinal, en el caso de los apartamentos, puede encontrarse con respuestas del tenor de: ¡Llame usted mismo a la policía, yo le doy el número! por parte de muchachas veinteañeras, con formación e idiomas, que cobran 496 € por jornadas de ocho a diez horas, que se esconden en los lavabos para llorar, no para orinar, al no poder soportar la presión a que se ven sometidas; por parte de directores hideputas y clientes que nunca debieron pisar un hotel.

Es un hecho que perderemos el turismo en cuanto desaparezcan los de ISIS y Al Qaeda

Barcelona, Madrid, París, Berlín, Venecia y Londres, toman medidas para restringir el turismo de alpargata.

Resulta lógico reflexionar acerca del titular, que, en principio, parecería ‘disparatado’; y hacerlo en el sentido de valorar el esfuerzo que supone para una familia disfrutar de una semana (a veces son sólo 5 días) de vacaciones; y no poder dormir una apacible siesta, o, lo que es peor, no poder descansar de noche por los ladridos agónicos de perros dejados a su suerte en los apartamentos durante las escapadas nocturnas de sus dueños.

Quien vea un ápice de exageración en la reflexión es que no va de vacaciones ¡pobre! ¿o no lo es?