Cristian Vázquez
Templo de Parsvanath en Khajuraho (India). No había cobertura de móvil y el fornicio era abundante. |
Al parecer, la múltiple oferta de entretenimientos tecnológicos conspira en contra del apetito sexual, aunque no es la única causa: también el estrés, el exceso de trabajo, los problemas económicos y otras preocupaciones. Algunos países comienzan a analizar la cuestión como un verdadero asunto de Estado.
Llega la noche y la oferta es múltiple: películas y series en las nuevas plataformas, aplicaciones en el móvil y la tableta, el ordenador, las consolas de videojuegos, etc. Al parecer, esa múltiple oferta de entretenimiento tecnológico conspira en contra de las relaciones sexuales y, de hecho, en las sociedades más desarrolladas se practica cada vez menos sexo. Varios estudios han llegado a esta conclusión.
El último es un trabajo realizado por científicos de Estados Unidos y titulado “Declines in Sexual Frecuency American Adults, 1989-2014” ("Disminuye la frecuencia sexual entre los adultos estadounidenses"). Su directora, Jean M. Twenge, profesora de psicología de la Universidad de San Diego, es quien señala la influencia de la tecnología en este sentido en la sociedad de Estados Unidos y que es aplicable también al ámbito de Europa.
Otra causa de esta caída en el número de relaciones sexuales es la mayor cantidad de personas sin pareja, las cuales, en promedio, tienen sexo con menor frecuencia. Sin embargo, esta frecuencia entre las personas sin pareja se mantuvo estable durante el cuarto de siglo que el estudio analiza, mientras que entre las personas que sí están casadas o viven en pareja se redujo.
El trabajo -que analizó una muestra compuesta por 26.620 personas- determinó que la disminución en la frecuencia de las relaciones sexuales fue similar para los diferentes géneros, razas, regiones, nivel de educación y estatus laboral, mientras que resultó aún más alta en las personas mayores de 50 años, padres y madres de hijos en edad escolar y en aquellos que no consumen pornografía.
Además, el documento señala que, desde que se realizan esta clase de registros, la generación que practicó relaciones sexuales con mayor frecuencia fue la llamada "silenciosa", la de las personas nacidas en la década de 1930. ¿Cuál es la generación con menos sexo? La de los nacidos a partir de los años 1990, es decir los llamados millenials (y también iGen). Estos practican, según el trabajo, hasta seis veces menos sexo que la gente de seis décadas atrás.
Poco sexo entre los "millennials"
"Al contrario de las percepciones populares en los medios, según las cuales la 'generación conectada' es más propensa a las relaciones sexuales ocasionales, un alto porcentaje de estadounidenses jóvenes, sobre todo millennials y de la generación iGen, nacidos en la década de 1990, no tiene parejas sexuales después de los 18 años de edad". Así lo afirma un trabajo anterior también dirigido por Twenge. Según el mismo, los jóvenes de entre 20 y 24 años sin pareja constituyen un 15 % del total.
Se trata de una cifra mucho más alta que la existente, en el mismo rango de edad, en los nacidos entre 1960 y 1970, la llamada Generación X: un 6 %. A estos datos se pueden añadir los de las personas que practican relaciones sexuales sin tener ganas, que son hasta un 33,2% de las mujeres y un 22,8 % de los hombres. Precisamente, uno de los grupos de edad que más practica sexo sin tener ganas de hacerlo es el de los jóvenes de entre 18 y 24 años: un 34,6 %.
Un fenómeno que se reproduce en muchos países
Lo curioso es que nunca existió tanta libertad sexual como en nuestros días. Y sin embargo, esta podría ser también una causa de la caída en la actividad sexual: cuando el sexo era un tema tabú, del que apenas se podía hablar y mostrar, provocaba la atracción que siempre genera lo prohibido. Además, en los últimos tiempos, el concepto que tiene la opinión pública de las relaciones sexuales a menudo incluye connotaciones negativas, vinculadas a problemas como enfermedades venéreas o abusos.
"El sexo es un área que influye poderosamente en la salud de las personas, por lo que no se puede hablar solo de cosas como las enfermedades venéreas, sino también de cosas positivas del sexo". Eso escribió en un artículo Gabriel Wikström, ministro de Salud Pública de Suecia, a mediados de 2016, al mismo tiempo que encargaba un estudio oficial acerca de los hábitos sexuales de los ciudadanos de su país. Tiempo atrás, una encuesta realizada por un periódico de Estocolmo había mostrado una preocupante caída en el apetito sexual. El trabajo encomendado por Wikström finalizará en 2019.
En Gran Bretaña, en el periodo transcurrido entre 2001 y 2013, la actividad sexual de las personas de entre 16 y 44 años se redujo en casi una cuarta parte: de media, la frecuencia de las relaciones sexuales cayó de 6,3 a 4,9 veces por mes. En Japón, por su parte, una encuesta revelaba en 2013 que hasta el 45 % de las chicas de entre 16 y 24 años "no estaba interesada o despreciaba el contacto sexual". Entre los muchachos japoneses, el porcentaje superaba el 25 %.
Cuando la falta de apetito sexual es una cuestión de Estado
Desde luego, no son los entretenimientos tecnológicos los únicos "enemigos" de la actividad sexual. También el estrés, las demasiadas horas de trabajo, los problemas económicos y otras preocupaciones conspiran contra las relaciones y, en última instancia, contra la salud provocando la inhibición del deseo sexual. Así, el hecho de que el Gobierno sueco se haya decidido a investigar sobre la supuesta pérdida de deseo sexual no responde a la mera curiosidad: obedece a auténticas razones de Estado.
Y es que, además de la posibilidad de que la salud pública se resienta, también hay un riesgo económico. En Japón, que posee una de las tasas de natalidad más bajas del mundo en la actualidad, se estima que, si el actual "síndrome del celibato" se mantiene, su población -hoy en día de 126 millones de habitantes- perderá más de un tercio hacia el año 2060. Una caída que un sistema económico como el vigente no se puede permitir, y que también podría darse en otros países.