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Ayuntamiento de Socuéllamos |
La Iglesia local venía aceptando reformas impuestas por el Concilio Vaticano II; las cuales hacían referencia a la utilización de lenguas vernáculas, con abandono del latín; a esto último eran contrarios estos curas trabucaires, que se encontraban a gusto entre latinajos que nadie entendía; la bajada de los púlpitos para igualar al pastor con su rebaño en la medida de lo posible, más bien imposible en estos predios; hacía tiempo que los sacerdotes celebraban la Eucaristía de cara a los feligreses, pero se negaban a identificar comunión y comunidad, cercenando así cualquier posibilidad de mejora de la identidad del ciudadano vecino y, por ende, de su sentido de pertenencia a su propia comunidad, factor clave de progreso y al que debe aspirar cualquier comunidad. El Vaticano II no pasó por Castilla La Mancha, sabía que no era bienvenido.