Ayuntamiento de Azuqueca de Henares |
Son años en los que, de alguna forma, abandona la gestión directa del negocio, que pasa a manos de su hijo Diego, el gran acosador, que pasa a convertirse en el representante de la marca Zagala y a cambiar el tipo de inversiones del padre; con anterioridad a la desaparición física del Caudillo adquiere, a muy buen precio, siempre con efectivo, varios pisos en la propia Encomienda, así como en la costa de Almería, son inversiones muy sólidas. De nada sirvió que intentara convencer al padre de que los sectores más reaccionarios del franquismo saldrían con más fuerza del asesinato del Almirante, y convencieran al Caudillo del nombramiento de Arias Navarro, apodado el carnicero de Málaga, hombre de la línea más dura, para suceder al fallecido. Es en esos días cuando se produce el diálogo entre el padre y su hijo mayor, en presencia de su madre, Rita, verdadero catalizador de las pasiones que ya generaban ambos hostales.
- Diego, resulta del todo imprescindible que inviertas el sobrante en metales preciosos, serán garantía de futuro, y puedes hacerlo en Madrid, adonde yo te enviaré; la excusa perfecta para abastecernos de oro, plata y piedras preciosas, será nuestra conocida prodigalidad para con los nuestros, y cualquier ocasión será motivo de adquisición de joyas de calidad garantizada y procedencia conocida, ninguna compra deberá hacerse sin el correspondiente certificado de autenticidad así como el de origen. En la guerra que vivimos de jóvenes tu madre y yo el dinero llegó a no valer nada, en esas circunstancias tuvimos que recurrir a la economía de trueque, es por ello que te pido que inviertas en joyas; a la vista de lo que está ocurriendo lo considero más que adecuado, si vuelve la confrontación los proveedores no aceptarán efectivo.
Demetrio sabía de qué estaba hablando; conocía bien que, entre 1936 y 1939 el dinero en efectivo había dejado de valer, también intuía que los rojos alcanzarían de nuevo el poder, y que, en el mejor de los casos, la peseta sufriría una devaluación, es decir, que valdría mucho menos, por ello, aplaudiendo la compra de pisos realizada por Diego, era preciso conseguir joyas que les permitieran adquirir mercaderías de sus proveedores a buen precio, ya que recordaba el estraperlo de la década de los ‘40’ y el contrabando de las décadas posteriores.
- Hijo mío, intervino Rita, que había vivido todo aquello, así como las deudas contraídas por el gobierno de los nacionales con su familia, felizmente resueltas gracias al apoyo recibido de don Anselmo; padre tiene razón: la circulación del dinero se verá afectada y todo el mundo tenderá a sacarse de encima los billetes como si les quemaran en los bolsillos, lo que afectará, sin la menor duda al precio de los metales preciosos; surgirá de nuevo una economía de trueque, como la que ya vivimos tu padre y yo en Quintanilla; mi padre se las veía y deseaba para obtener determinados productos, que se encarecían día a día y distorsionaban los precios para nuestros clientes, que no entendían de inflación y estos nuevos términos.
Diego escuchaba con admiración a sus progenitores, sin comprender de donde obtenían tanta información, y tan acertada, a su parecer, ya que coincidía con algunas opiniones que podía escuchar a diario entre las mesas de su flamante restaurante. La gente mayor encorbatada, que se manejaba con desenvoltura con su nueva cubertería de acero inoxidable, se mostraba nerviosa ante las noticias que llegaban a cuentagotas sobre la enfermedad del Caudillo, y eran conscientes de que el nombramiento de Arias Navarro no indicaba signos de apertura, tampoco de consenso con las fuerzas emergentes, que eran los comunistas y nacionalistas vascos, en medio de grupos progresistas y radicales de la Iglesia, y un terrorismo vasco incipiente, que ya contaba en su haber con varias víctimas mortales, miembros del benemérito cuerpo de la Guardia Civil, que respondía a los ataques del terror, auspiciado y protegido por nacionalistas de la burguesía industrial vasca. Diego, hombre simpático, diríamos que chistoso, tenía acceso a muchas de las conversaciones y estaba mejor informado que algunos intelectuales de rondón de la Encomienda, que se mesaban barbas algunos, y atusaban bigotes los más, sin acceder a ningún tipo de información política, en vísperas, como estaban, del fallecimiento del General.
La Iglesia local permanecía tensa, en la Encomienda los párrocos hacían preces y votos por la salud del Caudillo, sin el menor recato, sabían que se encontraban en territorio nacional, y esa percepción era debida a que se relacionaban con los elementos cercanos al franquismo local.