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Demetrio era consciente de que no haría carrera con aquel hijo, que había pasado a depender directamente de su hermano Diego, siguiendo instrucciones de los padres, colaborando indistintamente en ambos establecimientos. El viaje lo preparó la tía Edelmira, que al final se incorporó al mismo, con resquemor por parte de Demetrio, consciente de la intensidad, por no decir alto voltaje, del encuentro entre madre e hija, pero incapaz de negarse a la propuesta de aquella bendita mujer, tan honrada como su esposa Rita, pero, en su caso, inmaculada como su virgen preferida. Una vez obtenido el permiso del hermano, Edelmira se descolgó con la propuesta de una visita programada a las queridas monjas de la ‘Gota de Leche’ de Villanueva, aprovechando la capacidad del maletero del ‘Mercedes’ tan ostentoso que había alquilado su sobrino menor.