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| Iglesia de Alcolea de Calatrava |
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En los años ‘40’ el hambre se cebó en una población dedicada a la agricultura y a la ganadería, también lo hicieron las enfermedades; el nuevo Gobierno de los vencedores de la contienda civil no desarrolló industria de ninguna clase en Castilla La Mancha, ni tan siquiera industria menor o manufacturera, lo que obligó a emigrar a muchos castellano-manchegos a partir de los años ‘50’, principalmente a Madrid y Barcelona. Atrás dejaban treinta mil represaliados, presos o trabajadores esclavizados en los campos de trabajo, y casi diez mil ejecutados sin juicio o diligencias judiciales previas. El hecho de haber permanecido en zona republicana durante los tres años que duró el conflicto bélico agravó en gran medida la represión franquista en esta región, que tuvo su comienzo en 1939 en toda España. El panorama de Castilla La Mancha era desolador, negro como su propio mercado, el mercado negro con el que se enriquecieron unas pocas familias, aunque resultó, al mismo tiempo, el único camino para la supervivencia de muchos castellano-manchegos.




















