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2º Oficial ‘Alberta’
2º Oficial ‘Alberta’
Disco Plimsoll o líneas de máxima carga según zona de navegación y época del año |
Corría el año 1970; en junio embarqué, por primera vez, recién salido de la facultad de Náutica de Bilbao, en el buque de carga general nombrado “Alberta”, de 11.000 toneladas de registro y pabellón liberiano, que era propiedad de la compañía naviera ‘Fabre Line’; la tripulación era española (42 hombres) y africana (25 hombres), amen de un sobrecargo francés que, en teoría, estaba al cargo de los africanos, ellos disponían también de cocinero propio; el francés desayunaba ‘pastis’ y ‘pernod’ y permanecía ebrio durante el resto del día. El viaje redondo Europa-África duraba cinco meses; de bajada transportábamos carga general diversa; desde automóviles y electrodomésticos hasta armas de fuego y munición, explosivos y detonadores, también maquinaria para obra civil y casas prefabricadas; el retorno lo hacíamos cargados hasta el límite del disco Plimsoll con lingotes de cobre y trozas (troncos) de caoba, palo rosa y ébano. Una carga valorada en muchos millones de francos suizos (moneda con la que se negociaban este tipo de fletes y transacciones). El tráfico de armas era cosa muy seria entonces, se estaba rematando la descolonización, que resultó ser un verdadero desastre, en mi opinión.
Sin AA y casco reforzado para los hielos de Canadá: mi mejor barco y fenomenal línea
El viejo ‘Alberta’ siempre volvía ‘sobrecargado’, debido a la ambición desmedida de los armadores gabachos. Los países en ruta de carreta (cito de memoria) eran: Francia, Italia, Liberia, Congo Zaire, Camerún, Senegal, Costa de Marfil, Nigeria, Gabón y Angola. Y España, en uno de los viajes; oportunidad que aproveché para casarme en el puerto de Valencia, por todo lo alto, modestia aparte, ya que acudieron 200 invitados procedentes de toda España.
La ceremonia religiosa se celebró en la iglesia de Santa María del Mar (en el puerto); en la homilía, el oficiante, comprometido con los marinos, hizo llorar a los asistentes; el ágape tuvo lugar en el hotel Astoria, y las dos noches de bodas en los hoteles Reina Victoria y Monte Picallo. El viaje de novios lo hicimos a bordo del ‘Alberta’, con escapadas a Montecarlo, Saint Tropez, Florencia y Roma, en un Renault-4 que llevábamos a bordo, junto a los botes salvavidas, era producto de un embargo, más exactamente de una expropiación que le hicimos a un consignatario del Congo. Daba pena verlo en el muelle, tan nuevo, y lo izamos a bordo durante la maniobra de desatraque, nadie lo reclamó. Entonces; las estadías en puerto eran, como mínimo de 15 días, en África más tiempo de operación.
Espero recuperar las fotografías y publicarlas para disfrute de los lectores
También era el primer viaje africano del ‘Alberta’, que durante años había operado en Canadá; comenzó en Marsella, abarrotado de carga general, pusimos proa a Monrovia, vía Estrecho de Gibraltar, con tiempo bonancible y buen ambiente a bordo, la tripulación la componíamos gallegos y vascos. Los africanos embarcarían en una playa cercana a Monrovia, capital de Liberia, un estado fantasma creado por los norteamericanos para animar a los africanos USA a que volvieran a su tierra; la operación fracasó y Liberia se convirtió en un paraíso fiscal para las grandes navieras mundiales. Nombraron jefe de gobierno al más listo de los que habían regresado de Detroit (por deudas de juego). Hoy, el 65% de la flota mundial está abanderada en Liberia. El resto en Panamá y en otros paraísos fiscales. De esto sabe mucho el eurodiputado Cañete, el del PP.
En capítulos sucesivos les contaré las incidencias de aquellos viajes inolvidables
Hotel 'Metropole' en Matadi (Congo), impresionaba (daba miedo) a todos |
Narradas en “Azuer Digital”, sin alarde literario, tuvieron mucha aceptación; a pesar de que nuestro diario comarcal era esencialmente político, y dedicado a temas de corrupción en el entorno del PP y de la Iglesia. Muy interesante el episodio del marinero africano enfermo de lepra tuberculoide (la más grave); los dos muertos por ataques de tiburones mientras embragaban los troncos gigantes en el agua; la noche que fuimos atracados en Matadi (Congo); las borracheras en el hotel Metropole, donde Patricio Lumumba sufrió el primer atentado de los hombres de Mobutu; la cena con el presidente USA Richard Nixon, nombrado presidente cinco meses antes, en el hotel Le Cocotier de Abidjan, en la que actuó Aretha Franklin, fallecida el verano de 2018; los amoríos peligrosos (gonorreas y sífilis) en Douala y Libreville; y – entre otras vicisitudes – las comilonas de marisco en Luanda, donde los portugueses trataban a los negros como a bestias. Siendo así que los bestias eran los portugueses.
Hoy queríamos hablar de la inmigración ilegal en 1970 en la metrópoli de aquellos países
De vuelta en Marsella, antes de Navidades, tanto los tripulantes negros como los blancos, pasamos los controles reglamentarios: primero sanidad exterior, como en todos los países; después inmigración; y por último aduana; ese es el orden y no es cuestión menor; ya que si había a bordo un enfermo infecto-contagioso, el barco se trasladaba al ‘lazareto’ y quedaba en cuarentena; el resto de trámites quedaba en suspenso.
Todo se desarrolló sin novedad digna de mención ya que hablaban francés (los negros)
De madrugada se acercó un lanchón por el costado de mar; a bordo venían tres hombres (eran marselleses), uno de ellos amenazó al marinero de portalón con una escopeta (bastante vieja, al parecer) y, para cuando fuimos saliendo a cubierta, los 25 africanos ya estaban a bordo del lanchón aquel, saltaron como monos, valga la expresión sin ánimo de ofender.
Puerto de Marsella (recuerden la novela 'El Conde de Montecristo') |
El capitán LEC, bilbaíno, fue detenido y trasladado a dependencias policiales, allí permaneció 24 horas; el barco fue multado con 10.000 francos nuevos (1 franco nuevo francés equivalía a 42 pesetas) por cada inmigrante ilegal, y la multa ascendió a 250.000 francos (10.075.000 pesetas del año 1970). Añadieron la prohibición de arribar con tripulantes africanos a puerto francés (eso que eran nativos de sus colonias). Hago notar a los lectores que estos tripulantes cobraban un salario, más o menos digno, pero ellos 'querían' Europa. Estamos hablando de 1970.
A partir de entonces los africanos embarcaban y desembarcaban en Liberia
PS – Meses después nos informó el consignatario de que la mayoría de los tripulantes inmigrantes ilegales habían sido detenidos y deportados a sus países. A ‘Fabre Line’ le fue devuelto el 50% de la multa impuesta en diciembre 1970. Eran buena gente; tras el atraco que sufrimos en Lagos (Nigeria), en el que resultó apuñalado el Jefe de Máquinas JLN; el Kakatúa, que era el jefe de los negros, nos puso escolta-acompañante en todos los puertos, les pagábamos por el servicio, claro.
La inmigración ilegal es por causas económicas; pero debe regularse por ley