domingo, 24 de noviembre de 2019

La tripulación africana del “Alberta”, el Kakatúa, y la lepra a bordo

MLFA – CMM 
Cuaderno de Bitácora 


A principios de 1970 los gobernantes de los países francófonos (antiguas colonias de Francia y Bélgica) promulgaron una norma (leyes hacían pocas) por la cual los barcos que comerciéramos con esos países veníamos obligados a contratar una segunda tripulación, compuesta por 25 africanos bajo el mando de un jefe conocido oficialmente como ‘Kakatúa’. Como es obvio, el buque no disponía de alojamiento para la nueva tripulación, los 48 europeos (me permito la licencia a pesar de que los españoles aún no lo éramos, ni lo somos en muchos aspectos), enrolados a bordo, ocupábamos todo el espacio disponible. Se dispuso un local situado a proa, junto a la caja de cadenas y el pañol de pinturas; allí se instalaron literas fabricadas a toda prisa por el carpintero de a bordo (catres miserables construidos con madera de caoba, no transportábamos madera de boj) así como una cocina muy rudimentaria que sirviera para cocinar yuca y arroz, que era la dieta alimenticia de aquellos desgraciados. Cuando fondeábamos las grandes anclas salían huyendo de su cubil absolutamente despavoridos. Los africanos embarcaron en una playa de Liberia; llegaron a bordo de una barcaza con su impedimenta personal y alimentaria, como salidos del infierno, y con los ojos desorbitados al ver aquella mole negra que era el viejo ‘Alberta’. Como ya imaginarán, los cocineros vascos doblaron la pitanza y los negros comieron dignamente siempre. 

Hubo otra incorporación a bordo, se trataba de un sobrecargo francés cuya misión era ocuparse de coordinar las dos tripulaciones. Misión imposible: el gabacho desayunaba ‘Pernod’ (sin agua) y permanecía borracho durante toda la jornada laboral de a bordo (de 08:00 a 18:00 horas). El capitán asoció las funciones del nuevo cargo a mis tareas, principalmente en cuanto a la sanidad a bordo y a la seguridad interna; se trataba de coordinar (como ya hemos dicho arriba) ambas tripulaciones: 48 europeos y 25 africanos

El viaje redondo; Marsella, Génova, Valencia, Livorno, Chivitavechia, Monrovia, Port Gentil y Libreville, Matadi y Boma, Cotonou, Togo y Lomé, Abidjan, Lagos Apapa, Luanda y Lobito, con escala doble en muchos de ellos: carga general diversa de bajada y materias primas, especialmente cobre y maderas nobles de subida o vuelta al sur de Europa (Francia e Italia, a veces España) con una capacidad de 12.000 toneladas. La duración del viaje en ‘carreta’ era de seis meses y nuestros contratos eran de un año. 

Aparece la lepra a bordo en versión ‘lepromatosa’ ¡conmoción general! 

Uno de los ‘tripulantes’ africanos enfermó de ‘lepromatosis’, una versión de lepra de especial gravedad; el diagnóstico se realizó en el puerto de Luanda (Angola), la doctora – horrorizada – pidió que otros médicos portugueses (ella era africana) confirmaran su diagnóstico; fueron dos los especialistas que se presentaron a bordo. Llevaron al tripulante al hospital de Luanda, lo hicieron en una ambulancia ‘sellada’ y técnicos ‘protegidos’ contra infecto-contagiosas. Al día siguiente nos ‘devolvieron’ al pobre hombre; presentaron un informe que ratificaba el diagnóstico de ‘lepra’ y otro documento más; firmado por las autoridades de Sanidad Exterior, en el cual se prohibía la entrada y consiguiente hospitalización en Angola (puertos de Luanda y Lobito) del enfermo. 

A través del telégrafo de a bordo informé a mi padre (médico) quien nos tranquilizó 

Cape Town (Sudáfrica)

Después de consultar con colegas suyos especialistas; estuvo de acuerdo con las medidas profilácticas ordenadas por los médicos de Luanda e insistió en que se cumplieran las referidas al aislamiento del enfermo a bordo. Mientras tanto; nuestros armadores franceses de ‘Fabre Line’ y ‘Chargeurs Reunis’ contactaban con los diferentes países del área de influencia francófona; curiosamente el enfermo fue aceptado por Sudáfrica (la del ‘apartheid’), sólo 15 días después de ser diagnosticado pudimos desembarcar al enfermo en Cape Town. Como responsable de Sanidad a bordo, (sin la colaboración del sobrecargo borrachuzo), acompañé a los camilleros a la ambulancia; allí el pobre enfermo se incorporó y me abrazó, provocándome un gran susto acompañado de impacto emocional (durante varios días me daba friegas por todo el cuerpo con colonia barata, sin que me viera nadie). 

Perdimos dos hombres jóvenes cargando troncos gigantes (trozas) en mar abierta 


En algunos países, al sur del Golfo de Guinea, la carga de troncos, trozas de caoba, palo rosa y okumé, se realizaba en mar abierta; los troncos llegaban a nuestro costado en grandes balsas, unidos por cables y arrastrados por pequeños remolcadores. Por medio de los sistemas de carga de a bordo, puntales de 10 toneladas y bragas de cable de acero, extraíamos del mar los grandes troncos y se estibaban en las bodegas (sobre los lingotes de cobre) y en cubierta, sujetos en los costados por raíles de ferrocarril encastados en las regalas. Las trozas pesaban entre 3 y 7 toneladas.

Los africanos trabajaban sobre los troncos; en equilibrio inestable, como es fácil de imaginar; su función era ‘separar’ el tronco de la propia balsa, para ello extraían el clavo o pincho de cada tronco y procedían a embragarlo. Una caída entre troncos era mortal de necesidad, al quedar debajo de la balsa (compuesta cada una de ellas por docenas de grandes troncos, y estar la zona infestada de tiburones. 

A cambio de coches viejos, cocinas y lavadoras, armas y explosivos, nos traíamos toda su riqueza 


PS – 49 años después, en el aniversario de mi boda, recibo a los nietos de aquellos desgraciados en las playas de Cádiz (especialmente en Tarifa) para conocer – a través de diferentes lenguas – cuál es su procedencia, a fin de delimitar si forman parte de los contingentes de inmigración irregular, que puede reventar las costuras de Europa, o bien proceden de Siria e Irak y pueden acceder al estatuto de ‘Refugiados Políticos’. Otros técnicos, de Cruz Roja, mayormente, tratan de identificarlos según edades, mientras les prestan los primeros auxilios. Debo reconocer que el trato que se les dispensa es muy correcto, incluida la propia Guardia Civil. Me refiero a pie de playa; los ‘CIE’ (Centros de Internamiento de Extranjeros) ya son otra cosa, ahí el trato es deplorable, diría que inhumano. 

Moralmente tienen todo el derecho a venir a la UE; les robamos sus vidas y haciendas 

En breve; finalizado el triduo festivo del aniversario de boda, les informaré acerca de cómo vivimos en el Congo Zaire los 4 años posteriores a la independencia de ese país, impactados por las ‘matanzas’, todavía en caliente.  Nuestras borracheras por la muerte de Patricio Lumumba. Mañana será día de reposo y recuerdo, el final de los silencios, en el recuerdo vivo de los últimos 50 años. Franquismo y Neofranquismo en España y Colonialismo y Neocolonialismo en África.