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Ayuntamiento de Illescas |
En “Zagala” se mantenían al margen de la mejoría económica del pueblo, al no ser clientes los vecinos, lo que no impedía que aumentaran los ingresos en ambos hostales y sus bares, así como los restaurantes; los españoles se desplazaban inquietos por el futuro político, ya era de dominio público que el Generalísimo luchaba entre la vida y la muerte y esta batalla no podría ganarla. Uno de los camareros de “Zagala”, chico guapo y de buen verbo, Javier, había iniciado una peligrosa relación con la hija menor de Demetrio, la joven Mercedes, una beldad pizpireta y dicharachera, que no perdía ocasión de comprometer al inquieto muchacho. Ella controlaba las pernoctaciones desde una pequeña oficina y disponía del llavero general del hotel; comenzaron los encuentros íntimos, siempre con prisas y la excitación agravada por el miedo a que fueran descubiertos, nunca pasaron de besos robados y erecciones sensacionales que el muchacho solucionaba con la masturbación en los servicios de la cafetería, con las prisas y el miedo a ser descubierto olvidaba lavarse las manos, que se restregaba, minutos después en el mandil que cubría su pechera.