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domingo, 13 de agosto de 2017

'Oligarquía financiera y poder político en España) - La SEAT - (032)

Manuel Puerto Ducet


El remate cutre de la picaresca nacional lo viví en primera persona a raíz del chantaje planteado por Juan Antonio Díaz Álvarez, presidente de SEAT. Este sujeto era cliente de la regional catalana de BANIF —posteriormente imputado por desfalco en su empresa y salvado in extremis por la campana del presidente de Volkswagen, que decidió abortar un escándalo corporativo—. Díaz Álvarez tenía en su cartera acciones procedentes de una emisión de obligaciones convertibles de la sociedad inmobiliaria Cartemar. A lo largo de los años, había sido una de las pocas inversiones fallidas en su cartera, que en conjunto acumulaba importantes plusvalías. Cartemar había desarrollado una gran promoción inmobiliaria en Canarias y, por el parón del sector a principios de los noventa, se vio forzada a declararse en suspensión de pagos. El presidente de SEAT, haciendo gala de inaudita prepotencia, exigió que se le rembolsara el importe de la fallida inversión. Me negué en redondo y salió jurando de mi despacho. Al día siguiente, recibí la visita de Emilio Gutiérrez, director regional del Banco Flispano Americano, intercediendo por el personaje, ya que le había amenazado con retirar todo el negocio que la empresa automovilista mantenía con el banco. 

lunes, 24 de julio de 2017

‘Oligarquía financiera y poder político en España’, J A Bueno (020)

Manuel Puerto Ducet

Todo el día cabreado; no podía navegar en Baleares y lo hacía en el Caribe entre mosquitos y móvil en mano.

Juan Antonio Bueno y Antonio Zoido eran amigos personales y vecinos en una conocida urbanización madrileña. Eran habituales las barbacoas con familiares y amigos en el jardín de uno y otro, pero cuando el primero fue represaliado, Zoido no solo miró hacia otro lado, sino que decidió romper con una relación personal de varios años. Me unía una estrecha amistad con Juan Antonio, forjada en mil batallas. Al término del Consejo en el que se decidió su destitución, estaba realmente abatido y consideré oportuno retrasar mi vuelta a Barcelona para atenderle y prestarle apoyo moral. En el transcurso del Consejo, había mantenido intacto su orgullo, pero cuando estuvimos a solas, se derrumbó; no podía asimilar lo que había sucedido y lo dejé en su casa muy abatido. Intenté hacerle entender que aquello no era el fin del mundo, pero él no estaba por la labor. Pensé que transcurridos unos días volvería a la realidad, pero no fue así. A partir de aquel momento, todos los esfuerzos para establecer contacto con él resultaron inútiles; no cogía el teléfono y parecía que se lo hubiera tragado la tierra. Por lo visto, la depresión se adueñó de él y, poco tiempo después, me informaron que había puesto fin a sus desdichas. 

domingo, 23 de julio de 2017

‘Oligarquía financiera y poder político en España’, G M Bosch (019)

Manuel Puerto Ducet

Manuel Puerto Ducet

Gonzalo Milans del Bosch, sobrino del osado teniente general, fue quien mantuvo a BANIF en el liderazgo español del mercado de capitales a lo largo de tres lustros. Nadie llegó a entender que, cuando la entidad había alcanzado sus máximas cotas, desembarcara en ella a principios de los noventa un pintoresco personaje procedente de otras guerras y totalmente ajeno a la filosofía que BANIF había desarrollado como pionera de la banca de negocios en España. Por dignidad profesional, Gonzalo abandonó la entidad seguido de la inmensa mayoría de sus ejecutivos. El recién llegado, con apellido de connotaciones avícolas, contrató —tal vez por mimetismo— a un tal Palomero, que organizaba una especie de mítines de empresa, similares a un aquelarre evangélico, en los que tras forzar hasta el ridículo la comparación del investido con Steve Jobs, se invitaba a hacer la ola a todos los ejecutivos al grito de «¡BANIF ya tiene un líder visionario!». 

miércoles, 19 de julio de 2017

'Oligarquía financiera y poder político en España' - Vilallonga (017)

José Luis de Vilallonga, un 'bon vivant'. (Fotografía de Carmelo Lattassa)

Capitulo 4

BANIF, una historia de amor y odio

En corral ajeno 

Contemplar el desarrollo de los acontecimientos desde sede barcelonesa, me hizo perder el cafelito de media mañana en la calle Serrano pero, en compensación, me facilitó la perspectiva adecuada para poder analizar los acontecimientos con el suficiente distanciamiento y la necesaria serenidad de espíritu. Vivir en Barcelona siempre fue para mí, además de un requisito de identificación personal, el espacio donde mis biorritmos alcanzaron pleno rendimiento. Por ello, rechacé reiteradas propuestas de traslado a Madrid. No creo que influyera la opinión de un campechano cliente y futuro biógrafo real, José Luis de Vilallonga, que pese a ser tan solo marqués superaba en nobleza al mismísimo duque de Lugo y ya no digamos al de Palma: «¿Vivir en Madrid? ¡Estás loco!, aquello es un poblacho manchego lleno de gente de pueblo. ¡Una capital europea de la cultura con cinco teatros! ¡Qué diferencia con Barcelona! Los catalanes tenemos una frontera con Francia y los madrileños con Navalcarnero; eso con el tiempo se paga».