domingo, 20 de octubre de 2024

Reconocer a Palestina por Sánchez es una estupidez y una infamia

Andrea Polidura

Bernard-Henri Lévy: «La decisión de Sánchez de reconocer a Palestina es una estupidez y una infamia»

«Ya no es el alma judía o israelí la que fue asesinada: es la conciencia de todos», reflexiona el escritor y filósofo francés Bernard-Henri Lévy, 75 años, en su nuevo libro La soledad de Israel (La Esfera de los Libros). La obra está repleta de frases y análisis que apelan al lector a observar el conflicto desde una perspectiva muy diferente a la narrativa que predomina en los medios occidentales. Lévy ofrece una visión sosegada y pausada de lo que significó tanto para el mundo como para Israel la masacre del 7 de octubre de 2023, donde miles de milicianos de Hamás se infiltraron en el sur del país hebreo, mataron a más de 1.200 personas y tomaron como rehenes a 250.

El filósofo francés, nacido en Argelia en el seno de una familia judía sefardí, no habla de futuribles ni pretende vaticinar cuál debe ser la solución a la actual guerra que libra Israel contra la organización terrorista palestina en la franja de Gaza desde hace un año, sino que se centra en el presente, en el ahora, en la liberación de los rehenes y la vuelta de los civiles desplazados del norte y sur de Israel, amenazados de manera constante por el fuego enemigo de Hamás y Hezbolá. Pero, lo más llamativo del libro, y que deja al descubierto desde el primer momento con el título, es la total convicción de que Israel está solo, sin aliados ni apoyos. «Los judíos están solos», asegura en la obra.

–En su libro, habla del buenismo de Occidente y cómo preferimos ignorar la crueldad del ser humano ¿Estamos ciegos? ¿Fue éste el problema de Israel y lo que condujo al 7-O?

–No es que Israel no viera lo que iba a pasar. Es que no se podía ver, era inimaginable e inconcebible. Cuando un acontecimiento llega de la nada, cuando es imprevisible, también es inconcebible. Y eso es lo que ocurrió.

–Habla de los reyes del mal, entre ellos Rusia, China, Irán, Corea del Norte y Turquía. Hábleme del papel que realmente desempeña Turquía en el conflicto con Israel y más formando parte de la OTAN.

–Creo que hacemos mal en no prestar atención a Turquía, porque es el elefante en la habitación. [Recep Tayyip] Erdogan es miembro de los Hermanos Musulmanes, pertenece a la secta de los asesinos. Fue uno de los primeros en elogiar a Hamás por lo que hizo el 7 de octubre. 

Nos equivocamos al permitir que Turquía forme parte de la OTAN

Es un gran error de Occidente. Probablemente fuera legítimo en el viejo orden del mundo, después de la Segunda Guerra Mundial cuando se creó la Alianza Atlántica. Puedo entender las razones por las que Turquía entró en la OTAN, cuando era un país secular, tolerante e ilustrado. Pero con Erdogan es otra historia. Es un aliado militar del peor enemigo de Occidente y de la OTAN, ese no es otro que [Vladimir] Putin. Así que la presencia de Turquía en la Alianza ya no es legítima.

–¿A qué cree que se debe la leve condena de organismos internacionales y las asociaciones feministas, ante los crímenes cometidos por Hamás el 7-O, en particular la violencia sexual?

–Se trata de una de las vergüenzas de este último año, cómo se han comportado las organizaciones internacionales ante lo ocurrido con las mujeres israelíes. No quieren oír ni ver. No quieren creer. Tenían que condenarlo y finalmente lo hicieron, pero después de mucho tiempo. Seguramente falta de compasión, falta de afecto o comprensión. No lo sé, pero lo que sí sé seguro es que las mujeres israelíes tienen el mismo derecho que toda otra mujer en el mundo, que es ser creída y defendida cuando aporta pruebas de la violencia a la que fue sometida. Las mujeres israelíes no tuvieron ese derecho y cuando lo tuvieron fue con mucha dificultad.

Las mujeres israelíes tienen el mismo derecho de ser creídas y defendidas

–Usted asegura que Naciones Unidas ya no funciona… ¿Cuál es la alternativa?

–Tenemos que reconstruir otra Naciones Unidas, la que hay ya no es relevante, ni pertinente ni eficaz, e incluso es contraproducente. Sabemos con certeza que personal de Naciones Unidos en Gaza (UNRWA) fue cómplice de la masacre de Hamás. Ahora también sabemos que, en el Líbano, Hezbolá cavó sus túneles, almacenó sus armas y violó la soberanía del Líbano bombardeando Israel, todo ante los ojos de la misión de la ONU en el país, la Unifil.

–En el libro dice ser defensor de la solución de dos estados, pero parece insinuar que ya no…

–Defiendo la solución de dos estados, aunque ahora mismo no. Será posible cuando Hamás se haya ido, cuando los demás dirigentes del pueblo palestino hayan condenado y expresado claramente su pesar por el 7 de octubre, algo que aún no ha ocurrido. Cuando el pueblo palestino se haya despertado de este estúpido y horrible sonambulismo. Entonces, por supuesto, la paz y la solución de dos estados será posible.

–Pero hasta que llegue el momento en que los palestinos despierten… ¿Cuál es el camino?

–Está muy claro. La vuelta de los rehenes y la capitulación de Hamás, lo que significa el fin de la guerra. El único objetivo que debemos tener todos nosotros es que esta guerra se detenga. Que cese el sufrimiento, y para ello, solo hay una condición, que Hamás renuncie, abandone las armas y acepte su masiva derrota y, por supuesto, libere a los rehenes. Eso es todo.

–¿Cómo valora la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de reconocer ahora el Estado palestino?

–Es una estupidez y una infamia. Una desgracia. Es malo para Israel, para los palestinos, para la región y para la paz. Es una decisión irresponsable.

Es una estupidez y una infamia. Una desgracia

–¿Cree que Benjamin Netanyahu puede estar alargando la guerra para mantenerse en el poder?

–Puede ser. Pero, sinceramente, no sé qué permite a tantos periodistas dar por cierta esa afirmación. No es más que un rumor urbano. Netanyahu, al margen de las opiniones personales, tiene tres claros objetivos en esta guerra: la liberación de los rehenes, el retorno seguro de los desplazados al sur y norte de Israel, amenazados por Hamás y Hezbolá, y evitar un nuevo 7 de octubre. Netanyahu se vio forzado a esta guerra, él no la quería.

–Muchos elaboran teorías sobre la creación de Israel y la consideran producto de la culpa de Occidente por el Holocausto, pero usted plantea otra teoría, que Israel es producto del odio...

–Sí, un país puede nacer cuando un pueblo ha sido perseguido desde hace milenios y, finalmente, el mundo decide que nunca más. Israel fue fruto de la promesa de Theodor Adorno de no más persecuciones ni pogromos ni Holocausto. Israel nació de esa preocupación.

–¿Está Israel condenado a estar solo como da a entender en su libro?

–No sé si condenado, pero de momento es un hecho. Un ejemplo de ello es que hace unas horas, el jefe de Hamás fue eliminado por Israel en Rafah, al sur de Gaza. Precisamente ahí, fue donde Estados Unidos pidió a Israel en múltiples ocasiones que no entrara. Lo que se puede traducir como una forma de mantener en el poder a Yahya Sinwar. Probablemente no era lo que Joe Biden pretendía, pero objetivamente es lo que dijo. Así que sí, Israel está solo. Solo, al menos, a la hora de saber cómo enfrentarse a la trampa de Hamás. Israel está solo en su intento de crear un camino razonable en esta trampa de pesadilla.

Israel está sólo al enfrentarse a la trampa de Hamás

–¿Qué significa la muerte de Sinwar para Gaza y los rehenes?

–Por supuesto que abre la puerta a la vuelta de los rehenes. El primer ministro de Israel dijo ayer –en referencia al jueves– algo muy importante y claro. Dio un pase seguro a cualquiera que estuviera dispuesto a traer de vuelta a los cautivos. Por lo que espero que la muerte de Sinwar sea una buena noticia para los rehenes, para Israel, que signifique que el 7 de octubre se ha terminado y no se repetirá. Pero, sobre todo, espero y creo que es una buena noticia para los palestinos, que están siendo liberados de estos monstruos que los han mantenido bajo sus botas.

–En su libro evita teorizar sobre el día de después en Gaza, pero ahora, tras la muerte de Sinwar, ¿podría estar más cerca ese día y, por tanto, el fin de la guerra?

–Es necesario y justo hablar del día después ahora y mis ojos están también puestos ahí. Pero de momento, por favor, centrémonos en la vuelta de los rehenes, en el retorno de los evacuados, y en la liberación de los palestinos, lo que significa centrarnos en el fin de Hezbolá y en el fin de Hamás. Esta es realmente la emergencia humanitaria.

–¿A qué cree que se debe el aumento del antisemitismo en Occidente?

–El antisemitismo no ha muerto. Fue reprimido, contenido, pero aún, por desgracia, sigue vivo. Y la gran sorpresa es que, en lugar de convertirse en una vergüenza y reprimirse tras el 7 de octubre, fue alentado e impulsado. Esto, para mí, fue una gran sorpresa y decepción.

Se trata de una paradoja, una contradicción. Pero también una prueba de que mucha gente en Occidente se alegró. No pudieron evitar expresar esta felicidad en los campus universitarios, en las calles de París, Madrid, Roma o Nueva York.