Mostrando entradas con la etiqueta Castillo de Montjuich. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Castillo de Montjuich. Mostrar todas las entradas

viernes, 30 de marzo de 2018

Pasión y muerte de Lluis Companys president de la Generalitat 3/3

Víctor Gay Zaragoza 
“El Defensor” – 2015

El fossat de Santa Eulàlia. Monumento al president Companys en el lugar donde fue abatido por el fascio.
(Fotografía propiedad de Jordi Puig)

Cuando por fin llegaron al Fosar de Santa Eulalia, Companys se relajó de nuevo. Debajo de su fino bigote una sonrisa embelleció su rostro. Se despidió de todos los miembros de la comitiva de manera efusiva. A todos les dio la mano. Agradeció al cura haberlo confesado y haber oficiado la misa a aquellas horas. También le dio las gracias al comandante por el trato recibido durante aquellos días. Al juez le agradeció haber expedido los permisos especiales para que sus hermanas lo pudieran ver. 

jueves, 29 de marzo de 2018

Pasión y muerte de Lluis Companys president de la Generalitat 2/3

Víctor Gay Zaragoza 
“El Defensor” – 2015

Mapa de Europa en 1940 cuando fue fusilado Lluis Companys. Entonces se dijo que era acorde con la Ley.

Castillo de Montjuich, Barcelona, 15 de octubre de 1940 

En la pequeña capilla del castillo se estaba celebrando una misa a petición del condenado. La capilla era una pequeña habitación situada en una de las esquinas del patio de armas. La decoración era austera: cinco bancos y un humilde altar presidido por un crucifijo con Jesús de Nazaret agonizando en la cruz. Lluis Companys se había confesado antes de empezar. 

miércoles, 28 de marzo de 2018

Pasión y muerte de Lluis Companys president de la Generalitat 1/3

Víctor Gay Zaragoza 
“El Defensor” – 2015 

Acceso al penal 'Castillo de Montjuich' donde fue fusilado Lluis Companys y cientos de catalanes.

¡Aquí está el rojo ese de mierda! ¡Le vamos a dar su merecido al catalán separatista! Reconozco que un espasmo de terror me recorrió el cuerpo al ver que un grupo de diez jóvenes, algunos vestidos con el uniforme de la policía española y otros de falangistas, estaban abriendo la puerta de mi celda. Un chico joven lideraba la camarilla. Era de mediana estatura, rubio, forzudo y con rasgos finos, con pinta de ser de buena familia. Aquel rubio me cogió por el cuello y con toda su fuerza me lanzó al pasillo, donde el grupo me rodeó. Yo estaba en calzoncillos, los mismos que llevaba en La Baule y que no había podido lavar. Llevaba un mes sin poderme duchar, afeitar ni cortar el pelo y ahora estaba a merced de aquellos descerebrados.