Martintxo en la nostalgia
Restaurante "La Zurriola" de San Sebastián; entonces no era nadie el Arguiñano, el del pago del "impuesto revolucionario" a ETA, según cuentan algunos.
Todos los años teníamos mesa en "La Zurriola" la vigilia de San Sebastián; íbamos cuatro o cinco hijos (de los siete hermanos) arracimados en el asiento y la bandeja trasera del WW negro escarabajo, soportando el humo de los cigarrillos "habanos al cuadrado" que fumaba mi padre sin parar (curiosamente, se los encendía mi madre, que no fumaba). El viaje, de Bilbao a San Sebastián, por aquella peligrosa carretera de la costa (120 kilómetros, 4/5 horas), era un infierno, pero estábamos contentos y llevábamos los tambores en el estrecho maletero. En esta noche recuerdo con infinita tristeza que el tabaco acortó diez años la vida de nuestro querido padre; el puto cigarrillo, los puros, y las terribles penalidades tras la guerra civil; considero justificado haber defendido mi vida con armas de fuego de grueso calibre... ¡lo sigo haciendo con verdadera satisfacción! Como cualquier ciudadano de los EEUU de clase media. Y lo saben bien los sicarios del PP de Ciudad Real, y sus abogados carroñeros. Estos necios llegaron a pedir a la propia Audiencia Provincial que me retirara armas y licencia; las risas se escucharon en Puertollano.
En la Zurriola nos esperaban los compañeros de cárcel de mi padre, republicanos y nacionalistas
(Varios años después los de ETA nos obligaron a esconder el coche cuando viajabamos a Donosti)
(Lo macabro de ese terrorismo de ETA es que "consiguió" que Euskadi progresara..."ad infinitum")
(Y hace muchos años -como treinta- que no viajo a esa tierra; no la echo de menos, hoy brindaré)
(Y varios viajes relámpago: funerales y viajes a Donosti con Mirari, a escondidas o muy discretos)
Esta noche txakolí en vez de cava: ¡Ator, ator, mutil etxera...! !Zorionak!