Carlos Elordi
Estaba claro desde hace mucho tiempo que Mariano Rajoy no era un dirigente político capaz de gestionar con eficacia y sentido de Estado la crisis catalana. Podría haber escogido otras vías, sin duda más fáciles de formular en un papel que de llevar a la práctica, pero que en todo caso habrían evitado el desastre que se ha consumado este viernes. Por contra ha optado por llevar las cosas hasta el despeñadero, cometiendo además no pocos errores de recorrido que las han agravado. Ahora, cuando ya estamos metidos de lleno en la tragedia, ha pedido a los ciudadanos que estén tranquilos, que es lo mismo que decir que confíen en él. Y eso, a menos que en las próximas semanas aparezca un nuevo Rajoy, alguien que desmienta toda su anterior trayectoria, es poco menos que imposible.