Carlos Elordi
(Fotografía de 'El País) |
Ahora en la política española se respira otro aire y hasta la gente menos politizada lo percibe claramente. Hemos avanzado, y hasta el momento eso es lo importante; tal vez lo único verdaderamente importante. De lo que no cabe duda alguna es de que la entrada en escena del nuevo Gobierno ha sido un éxito de imagen. Pedro Sánchez dio la campanada presentando una moción de censura imprevista y ganándola. Y la composición del nuevo gabinete parece haber sido pensada no sólo para que nadie pudiera horrorizarse, ni dentro ni fuera de España, sino también para generar una ola de simpatía e incluso de ilusión en el amplio y variopinto espectro social en el que potencialmente el PSOE podría obtener votos en un futuro. Es de prever que ese clima se mantenga durante algunas semanas. Porque los rivales no parecen estar en condiciones de aguar la fiesta a corto plazo y porque es de suponer que los socialistas evitarán, por ahora, meterse en charcos. Y hasta ahí llegamos. Porque hacer pronósticos sobre qué puede ocurrir a partir de la vuelta de vacaciones es, por el momento, prácticamente imposible.
Una amplia mayoría de la opinión pública se han alegrado de la caída de Rajoy y los suyos