Javier Pérez Royo
Catedrático Derecho Constitucional
Que este hombre no quiere a los españoles del '155' es obvio; que está por encima de ellos, también. (AD) |
El primer acto del debate de investidura que se vivió en el día de ayer, evidenció que el nacionalismo catalán está muy sólidamente instalado en una actitud de resistencia frente al Gobierno de la Nación. No hay la menor señal de debilidad, a pesar de que los protagonistas de dicha resistencia son muy conscientes de que los riesgos que corren son altos. Y que dichos riesgos no va a ir a menos, sino previsiblemente a más. La persecución penal de los dirigentes nacionalistas no ha hecho más que empezar y, en consecuencia, el número de dirigentes que vayan a ir sintiendo el peso de la acción de los tribunales de justicia irá en aumento. No hubo nada, sin embargo, ni en las palabras de los que intervinieron en el pleno ni en el lenguaje corporal de los demás parlamentarios, que hiciera pensar que el nacionalismo se siente débil y en disposición de aceptar que ha sido derrotado. El desequilibrio de fuerzas es enorme, pero no se contempla la rendición.