Manuel Puerto Ducet
Bush comprueba satisfecho que, aunque pareciera imposible, había alguien más necio que él en Azores. El trío este acababa de decidir la invasión de Irak; ¿necesaria? ¿graciosa? |
Capítulo 7
La banca de inversión, arma de destrucción masiva
Culpables de cargo y autores intelectuales
¿Es el fabricante de un cuchillo el responsable de que con él se cometa un homicidio?
¿Son las hipotecas subprime las últimas responsables de haber desencadenado una crisis mundial?
¿Es la especulación financiera de altos vuelos un mal necesario para que fluya la economía?
Mientras la humanidad se distraía con Bob Dylan y los Beatles, el «Gran Sanedrín Financiero» construía un entramado con la premisa de que no existiera alternativa y asegurándose de que su eventual ausencia provocara el inmediato colapso de las finanzas mundiales. Las películas de extraterrestres lo expresan muy bien, con esos parásitos que se adhieren a los cuerpos y que se constituyen en imprescindibles, debido a que su extirpación implica la muerte del sujeto. Era cuestión de tiempo que la pirámide se desplomara. Pretender que se autocontrolen quienes actúan como custodios banqueros y especuladores a la vez equivale a encargar a las zorras el cuidado de las gallinas. Dejar en manos de quienes persiguen obsesivamente su propio enriquecimiento los canales de financiación del mundo —con la supervisión de unas sociedades de rating que indirectamente también controlan— lleva aparejado el riesgo de condenar a la esclavitud a quienes se endeudaron por encima de sus posibilidades y a la indigencia, a quienes depositaron sus ahorros en inversiones que se manifestaron fraudulentas, mientras sus promotores quedaban impunes.