Sabba
Corría el año 2012; el PP de Manzanares había ganado las elecciones en mayo del año anterior; el alcalde – primer agente inmobiliario del pueblo – un hombre hecho a sí mismo; recordamos sus orígenes como ‘contador’ de remolques de remolacha en las explanadas del ‘Hostal Saga’ en los años ‘80’ (vean ‘La Saga de La Encomienda’), no tenía idea de cómo administrar el ayuntamiento, más allá de lo aprendido en su gestoría de venta y alquiler de locales, parcelas y pisos, algún chalet también. La crisis, provocada – precisamente – por la burbuja inmobiliaria, había acercado a la política municipal a Antonio López de la Manzanara, conocido como ALM, acrónimo de su empresa. Primero se acercó a UPyD de Manzanares, que no le convenció; eran tres ilusos y el del tambor, fácilmente manipulables (Antonio viajaba en Mercedes, en algunos callejones con dificultad), pero claramente perdedores. Es entonces cuando hizo la propuesta de la que hablamos hoy, líneas abajo de este preámbulo de remolachas y ambiciones, que pronto se verían truncadas de raíz, en cuanto a lo político se refiere. Su vida política se redujo a los cuatro años (2011-2015) como alcalde de Manzanares de La Mancha y caballero de La Encomienda de Montiel.
La gran oportunidad se le presentó en el PP, un grupo de huérfanos políticos