Carlos Elordi
Milongas sobre el conflicto catalán se nos han contado unas cuantas en estos últimos días. Una es que los mensajes de Puigdemont significan el fin del procés. Como si un asunto tan serio pudiera acabar con una sola frase. El fracaso, inevitable, de Puigdemont es un alivio muy pequeño para para Rajoy. Porque el problema catalán, que él sería el encargado de resolver, sigue ahí, prácticamente sin cambios. El argumento acusatorio final en todo debate dentro de un partido o entre socios de una coalición es que el rival está haciendo el juego al enemigo común. En sus mensajes robados a Antoni Comín Carles Puigdemont ha caído en ello. “Triunfa el plan Moncloa”, dice. Y La Moncloa no ha tardado un minuto en hacer saber al orbe que esa frase supone el reconocimiento de la derrota del independentismo o, mejor, de la victoria sin paliativos de Rajoy y de los suyos. Ese es el mensaje que desde hace dos días domina en los medios de comunicación. Pero es falso. Rajoy no ha triunfado en nada. Simplemente ha conseguido un poco de tiempo.
Rajoy no ha triunfado en nada, el mensaje es falso