Rosa María Artal
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| Francisco Maruhenda, el hombre que 'tenía' muchos amigos. Fotografía de EFE |
No se puede saldar la imputación de Francisco Marhuenda en una tertulia. Lo hará el juez. Pero periodísticamente no es sostenible. Los grupos de comunicación deberían ser exquisitos con esto. La pregunta insistente estos días es ¿cómo pudo pasar todo esto? ¿Cómo puede llegar un país a estos niveles de inmundicia? Cuestiones esenciales a las que muchos ciudadanos empiezan a añadir con preocupación la responsabilidad de los medios.
La marea disuasoria ya ha llegado. Francisco Mahuenda, director del diario La Razón, vuelve a sentarse en las tertulias, como si una imputación judicial en un grave caso de corrupción fuera una gresca más de la sociedad del espectáculo. Marhuenda y Mauricio Casals, presidente de esta publicación, han declarado ante el juez por un delito de coacciones a la presidenta de la Comunidad de Madrid y su equipo.
Existen conversaciones grabadas por orden judicial que ambos reconocen como reales. En ellas hablan con Edmundo Rodríguez Sobrino, directivo del Canal en Latinoamérica y consejero de la empresa editora de La Razón. Pero Marhuenda le quita importancia porque considera que estaban ayudando a un amigo, es una forma de hablar, y con pedir disculpas por llamar "zorra" a Marisa González, la jefa de gabinete de Cifuentes, es bastante. Turno para otro, pasemos a otra cosa.
